Estimular el empleo
EL GOBIERNO lleva tiempo merodeando en torno al difícil problema de la creación de empleo con documentos llenos de vaguedades, buenas intenciones y generalizaciones banales. El mejor ejemplo es el Plan plurianual de Creación de Empleo presentado en Bruselas. En éste, como en otros ámbitos económicos, la posición del Ejecutivo parece dominada por la confusión y la ausencia de ideas. Mientras en algunas instancias se asegura que la mejor receta para crear empleo es mantener y aumentar el crecimiento económico, desde otras como el Ministerio de Trabajo se emiten con bullicio globos sonda que van desde la reducción de las cotizaciones sociales hasta las socorridas "ayudas a las pequeñas y medianas empresas".La iniciativa de los agentes sociales ha sustituido hasta ahora la incapacidad del Gobierno para convertir la retórica antidesempleo en algo más que buenas intenciones, como demostró el acuerdo pira la reforma laboral firmado en mayo de este año. Pues bien, los empresarios y los sindicatos quieren impulsar ahora una reforma del seguro de desempleo, en la que forzosamente deberá participar el Gobierno, cuyo debate comenzará los próximos meses. Esta reforma, en torno a la cual empiezan a proliferar las primeras filtraciones interesadas, es una pieza decisiva para completar la reforma laboral y aminorar el peso del paro en la economía del país.
El Ministerio de Economía está interesado en introducir cambios en el sistema de subsidiación para reducir el coste de los gastos de protección en desempleo; las empresas y los sindicatos están interesados en hacer más efectivo el subsidio de desempleo para que sea un mero recurso de subsistencia.
Una vez propuesta la reforma del seguro de desempleo, es un error interpretarla única y exclusiva mente en clave de ahorro presupuestario. Aunque el gasto público sea importante, cualquier modificación debe partir de un mantenimiento de las. prestaciones y de reorientar las condiciones de la percepción para es timular la búsqueda de un puesto de trabajo de forma activa. A tal efecto, deberían considerarse fórmulas ya experimentadas en otros países como el intercambio de parte del subsidio por formación o graduaciones distintas de la percepción para que el desempleado se sienta estimulado a buscar trabajo.
Si el Ministerio de Trabajo no es partidario de reducir las prestaciones, una declaración que en principio debe ser apoyada, es necesario que concrete sus intenciones. Explicando, por ejemplo, cómo pretende estimular "la reinserción en el mercado laboral". Por su parte, los sindicatos y la patronal deberían avanzar las líneas fundamentales de la reforma que proponen para comprobar que la negociación de fondo es posible y que existe un consenso social para emprender los trabajos. Sin estas condiciones de partida, la adecuación del subsidio a las nuevas condiciones de mercado puede quedarse en una declaración más de este ,Gobierno, que unos días agita con fervor como reclamo y olvida al siguiente.
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