No tanto
El título indica ya el pesimismo sobre nosotros mismos, considerando al hombre, como en la antigua fábula, el rey de los animales. Este mismo espectáculo no es nada idiota: todo lo más, demasiado largo, demasiado lento, demasiado pesado. A pesar de sus atractivos de tipo morboso. Oigo en él poemas, narraciones, discursos, arengas, lamentos bien escritos por Carlos Marqueríe. Sobre los ángeles, el hijo, Goya, los perros, el amor, el sexo, el alcohol, los olores, el rock, la escatología, los trópicos.No son tontos: están por encima de lo que es común en los textos teatrales. A veces son artículos de los que no se publican, editoriales de los que no se escriben. Además de lo que se oye, está lo que se ve: luchas, caricias, sexualidad, homosexualidad bajo las dos especies, órganos sexuales también, bajo las dos especies; y pechos, anos, penes de varias dimensiones. ¡Hasta fuman! Y beben: el alcohol parece ser como la disculpa de lo que sucede que no lo necesita: o quizá como el recurso de embrutecerse ("s'abrutir", decía Pascal, tan distinto de Marqueríe): hacerse idiota, estúpido, cretino, cansado, agotado.
El rey de los animales es idiota
De Carlos Marqueríe. Intérpretes: Marisa Amor, Gonzalo Cunil, Carlos Fernández, Juan Loriente, Nekane Santamaría. Banda sonora (con sonidos propios y música de J. S. Bach, Misterio de Elche, Prodigy, Pearl Jam, Hound Dog Taylor and The House Rockers, Chemical Brothers, G. Ligeti, The Doors, Tricky y Morphine): Buonafedes, Javier Marqueríe. Dirección: Carlos Marqueríe. Compañía Lucas Cranach. Festival de Otoño. Sala Pradillo.
Todas estas escenas sueltas, monologadas casi siempre, representadas hasta ciertos límites, se recogen en esta impresión final de la degradación y de la desesperación de quien se degrada. Digo hasta ciertos límites porque todavía queda un pudor: los coitos se simulan, las felaciones y cunnilingus se evitan, de las masturbaciones sólo se habla, como de la coprofagia. En algunos escenarios o pistas de todas las ciudades se practican: y en el cine, desde luego, y en la televisión. La ventaja de este espectáculo dramático es la ausencia de maquillaje o de preparación; y el que todo lo que se ve tiene un sentido.
Transgresión
El paso que da la compañía de Marqueríe es extraordinario si se considera que hace 30 años nada más la audacia en el teatro era Los tres etcéteras de don Simón; pero este paso debe ser pequeño en relación con lo que se pueda ver y decir en otros escenarios del futuro, quizá próximo, y tal vez por esta compañía y con este autor y director. A mí me hubiera gustado la transgresión llevada hasta más allá, y me da la impresión de que al resto de los espectadores -una mayoría, muy joven- les hubiera gustado también, a juzgar por la fruición con que todos acogimos estos textos y actos. Aparte de que están bien realizados por actores probos en su profesión; que en la voz y la declamación o la proclama tienen entonaciones apropiadas, y que tienen el cuerpo hecho al espectáculo. Repito que los textos se escuchan con interés por su entidad literaria.
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