Un mono europeo de hace 8 millones de años caminaba completamente erguido
Un fósil revolucionario arrebata a los homínidos la exclusiva del bipedismo
Hace ocho millones de. años, un mono caminaba tan ricamente sobre sus dos pies en lo que es hoy la Toscana italiana. Ese primate, bautizado científicamente como Oreopithecus bambolii -y de manera harto más simpática como Sandrone, en recuerdo de un fortachón minero toscano-, se desplazaba, pues5 como nosotros, pero su bipedismo no tenía nada que ver con el nuestro ni con el de nuestros antepasados. O sea, que apareció de manera independiente al bipedismo M linaje humano, y antes. La suya fue una adaptación personal al medio insular en que vivía y que desapareció, con el bicho, como una piedra en la turbia charca de la evolución. El sorprendente andar de este antropoide fue dado a conocer ayer por Meike Köhler y Salvador Moyà, del Instituto de Paleontología Miquel Crusafont, de Sabadell.
"Hasta ahora, la locomoción bípeda era una característica estrictamente humana, de los homínidos (géneros austraiopithecus y homo). Afirmamos que ya no es así", manifestó Moyá. "Hace ocho millones de años, el Oreopithecus bambolii inventó Ia locomoción bípeda, como evidencian la estructura de sus pies, tobillos, rodilla y pelvis, y el análisis biomecánico. El bipedismo ya no es una característica sólo humana, ha aparecido antes en la historia de la vida, independientemente, al menos una vez". Estrictamente bípedo, el andar de Sandrone no es idéntico al nuestro o al de los australopitecos porque se produjo en condiciones ambientales diferentes. "El Oreopithecus bambolii es un endemismo insular, evolucionó en una isla, formada por lo que hoy es la Toscana, Cerdeña y quizá Córcega. Ahí quedó aislado un ancestro suyo, el driopiteco, y evolucionó. En una isla no hay depredadores y no hace falta subir a los árboles, uno puede permitirse el lujo de vivir en tierra, que tiene la ventaja además de que es cuatro veces menos costoso en términos de energía y menos arriesgado, porque no te expones a las caídas". Hace seis millones de años, cuando la isla se incorporó al continente, entraron los depredadores y el mono bípedo se extinguió. Sandrone pesaba cerca de 32 kilos, medía 1,10 metros y comía todo lo que podía. Su capacidad cerebral era parecida a la del driopiteco, y no aumentó. 0 sea, que liberar las manos no le sirvió para hacerse más inteligente. Su forma de andar era muy lenta, pues tenía un pie extremadamente raro, como un trípode, parecido más al de un ave -según Köhler y Moyà- que al nuestro, y con el dedo gordo MUY separado. Sandrone, aseguran, proporciona un modelo independiente de bipedismo que puede ayudar a comprender los orígenes del bipedismo humano y que abre cuestiones como si el bipedismo de, los australopitecos ha sido independiente o no del bipedismo del género homo.
Kóhler y Moyà presentaron ayer en Sabadell sus estudios sobre el curioso hominoideo bípedo en coincidencia con la aparición del artículo Ape-like or hominid-like? The positional behavior of 'Oreopithecus bambolii' reconsidered (¿Semejante al mono o al homínido? El comportamiento postural del 'Oreopithecus bambolii', reconsiderado), que, ambos firman en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Science USA.La historia de los restos de Sandrone y del descubrimiento de su bipedismo es digna de una novela. Hay que remontarse a 1872, cuando P. Gervais, describió los primeros fósiles hallados en las minas de carbón de Maremma, en la Toscana, que corresponden a depósitos lacustres de entre siete y ocho millones de años. Bautizado Oreopithecus bambolii (mono de las- montañas de Bamboli, por el monte que hay junto a las minas), desde el principio fue un fósil polémico -incluso "aberrante"-, dadas sus extrañas características. Su posición filogenética y su modo de locomoción han sido un ministerio durante 100 años. En los anos cincuenta y sesenta, el oropiteco tuvo su primer momento de fama gracias a los trabajos del paleontólogo suizo J. Hürzeler, del museo de Basilea, que se entusiasmó con el bicho y se lanzó a recolectar más restos en las minas toscanas hasta reunir una fantástica colección: más de 400 fósiles, incluido un esqueleto prácticamente entero. Hürzeler propuso que Sandrone estaba emparentado con el hombre. Sus ideas fueron violentamente rechazadas y Hürzeler, deprimido, abandonó sus trabajos.Pero hace un par de años, Köhler y Moyà, descubridores en el yacimiento de Can Llobateres -en Sabadell- de los restos del driopiteco Jordi, otro mono prehistórico (éste de 10 millones de años), consiguieron la colección de Hürtzer en préstamo para el Instituto Crusafont a fin de estudiar sus afinidades con los driopitecos. De hecho, el oropiteco es un driopiteco (los grandes simios del Mioceno) que quedó aislado y evolucionó de forma particular hace nueve millones de años, cuando el resto de su flamilia había desaparecido ya de Europa. Podría decirse que Jordi es el abuelo de Sandrone. Al restaurar minuciosamente los viejos fósiles en Sabadell, salieron a la luz muchos rasgos anatómicos escondidos bajo el sedimento o irreconocibles. Y Köhler y Moyá han podido interpretarlos.
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