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Una diplomacia tímida en un país 'aplazado'

Alfonso Armada

Un colega portugués de Aurelio Moreno asegura que "Angola es un país perpetuamente aplazado: la paz aplazada, el fin de la corrupción y de la miseria aplazados, la democracia aplazada y el desarrollo aplazado", aunque no le cuesta admitir que buena parte de los males de hoy tienen su origen en la colonización de sus paisanos y en su resistencia hasta el último momento (1975) a dar la independencia a sus colonias africanas. "Angola debió ser independiente al final de la I I Guerra Mundial", remacha. Diplomáticos y expatriados coinciden en que a España le sobra timidez y le falta confianza en sus propias posibilidades, así en Angola y en otros lugares, como Latinoamérica. "Con las especiales relaciones que tenemos con Angola, España tenía que ser mucho más visible aquí, tenía que hablar con voz más alta y abrir todavía más un mercado que puede hacer de este gigante territorial uno de los países más ricos de Africa", indica un empresario.La compañía petrolífera Repsol fue incapaz de identificar los riquísimos yacimientos petrolíferos que había en Guinea Ecuatorial y que ahora está aprovechando EE UU. De Angola se retiró, aunque dispone de algunas concesiones. La compañía francesa Elf, que en cuestiones económicas deja de lado la rivalidad franco-norteamericana en la reordenación del mapa africano de influencias, acaba de descubrir en la costa angoleña un yacimiento llamado Dalia y que, sumados a los ya en explotación, podría permitir a Angola llegar a los dos millones de barriles de crudo diarios a comienzos del nuevo siglo. Una lluvia de dólares que debería empezar a repercutir en la irrespirable miseria de un país devastado por 15 años de lucha contra el poder colonial y 20 de guerra civil.

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