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La Iglesia católica pide perdón por su complicidad con el régimen de Vichy

La Iglesia católica francesa expresó ayer públicamente su arrepentimiento por su complicidad con el régimen colaboracionista de Vichy y su ominoso silencio ante la deportación de miles de judíos franceses que encontraron la muerte en los campos de concentración. Ante representantes de las comunidades judías y de las asociaciones de deportados, decenas de obispos católicos se congregaron ante el monumento de Dranzy, que da testimonio del antiguo campo de internamiento, para manifestar que era hora ya de que la Iglesia católica solicitara el perdón de Dios y de los hombres por aquella actitud.

Allí, en Dranzy, en el mismo lugar en el que 77.000 judíos fueron congregados y conducidos posteriormente a los campos de exterminio, los obispos católicos cerraron ayer una herida que ha permanecido abierta durante los últimos 50 años. Fue un acto emotivo que cubrió de lágrimas los rostros de muchos de los presentes, una declaración valiente, "heroica", según el gran rabino de Francia, Joseph Sitruck."La Iglesia católica, lejos de llamar al olvido, sabe que la conciencia se constituye por el recuerdo y que ninguna sociedad, como ningún individuo, puede vivir en paz consigo mismo sobre un pasado borrado o falseado", afirmó el obispo de Saint Denis, Olivier de Berranguer.

Con la declaración de ayer y con el proceso que se iniciará la semana que viene contra Maurice Papon, presunto responsable de la deportación de judíos que continuó ocupando altos cargos en las administraciones democráticas, la sociedad francesa parece decidida a levantar la losa de un pasado mal enterrado.

La declaración va más allá del reconocimiento de cobardía o complicidad. Reconoce que la tradición del antijudaísmo ha permanecido en la doctrina, la enseñanza, la teología, la predicación y la liturgia cristianas. "Sobre este terreno, ha florecido la planta venenosa del odio a los judíos", afirmó el obispo Olivier de Berranger.

Tras afirmar que los actos de valentía en defensa de los perseguidos fueron protagonizados también por cristianos, clérigos o laicos, el prelado manifestó que la Iglesia católica tiene, en todo caso, que reconocer que "la indiferencia primó sobre la indignación, que el silencio fue la regla y que las palabras en favor de las víctimas, fueron la excepción. Hoy confesamos que este silencio fue una gran falta, que tenemos la responsabilidad de no haber ayudado al pueblo judío en los primeros tiempos en los que eso era posible, Confesamos nuestra culpa, imploramos el perdón de Dios y le pedimos al pueblo judío que escuche nuestras palabras de arrepentimiento", leyó el obispo católico.

La declaración fue acogida con alegría entre los representantes de las asociaciones judías, si bien algunos de ellos lamentaron la tardanza de la reacción católica y otros la atribuyeron al propósito de la Iglesia católica de situarse en los tiempos actuales. Sólo el líder del ultraderechista Frente Nacional Jean-Marie Le Pen reaccionó considerando el gesto católico de "escandaloso" y reprochando a los prelados que no hagan lo propio con el aborto, la emigración o la "supervivencia" de Francia.

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