Chabrol dice que el cine europeo debe ser universal
El director francés opta a la Concha de Oro con 'No va más ', una divertida comedia
Estaba ya harto de dirigir dramas sesudos y se ha decidido a rodar una divertida comedia. Con ese aire de paisano francés socarrón y bromista, no cabe duda de que Claude Chabrol ha disfrutado con el empeño. Se reconoce mujeriego, apasionado de la ópera y de la buena mesa, pero, a pesar de sus aficiones de bon vivant, Chabrol es, por encima de todo, un enamorado del cine que ha firmado varias obras maestras a lo largo de una carrera que con No va más alcanza el medio centenar de largometrajes. "El cine europeo no debe ser europeo, sino que debe aspirar a ser universal", afirma.
Esa vocación de universalidad ha llevado a Claude Chabrol (París, 1930) a narrar historias absolutamente arraigadas en la Francia profunda y, al mismo tiempo, con un carácter inteligible en cualquier parte del mundo. Es el caso de su último filme, No va más, que opta a la Concha de Oro en el Festival de, San Sebastián, y que, a través de una inclasificable pareja interpretada por Isabelle Huppert y Michel Serrault, retrata a dos pícaros de poca monta enfrentados a una banda de traficantes de divisas y blanqueo de. dinero. "Es cierto que los personajes de la película son amorales, pero debo matizar que cuanto más poderosos son los delincuentes más ignoran las convenciones morales. Por eso hay que cambiar las cosas", comenta Chabrol. El cineasta afirma gozar de una excelente salud, confía en no perder la mala leche del mismo modo que el cabello" y despliega sus dardos contra la burguesía francesa, "que no ha experimentado grandes progresos en los últimos tiempos". Aunque espera que el nuevo Gobierno de izquierdas francés comprenda que hay que apoyar con más dinero a la cultura, Chabrol abre sus grandes ojos de bufón y apostilla: "De todos modos, Lionel Jospin no va a convertir a las personas en seres más inteligentes".
Irreverente incluso con su propia imagen, Chabrol señala que la mítica nouvelle vague (nueva ola) no fue realmente renovadora, sino que se limitó a "utilizar unos materiales cinematográficos que otros no usaban". "Poco a poco", aclara el cineasta, "nos dimos cuenta de que el cine francés estaba tan esclerotizado que íbamos haciendo aportaciones. Cerca de medio centenar de directores se lanzaron en la décaela de los cincuenta a rodar películas, pero apenas cinco o seis hemos seguido haciendo cine".
Compañero de una generación magnífica de realizadores, que. incluye al desaparecido François Truffaut, a Eric Rohmer, a Jean Luc Godard y a Jacques Rivette, entre otros, Claude Chabrol contempla con ojos ilusionados la irrupción de las mujeres en el cine. "Entre las buenas películas. que se ruedan en Francia", señala, "se encuentra un alto porcentaje de filmes dirigidos por mujeres. A muchas mujeres les ha costado tanto llegar a dirigir cine que se han tenido que preparar a fondo para conseguir unos resultados muy buenos".
Con la sonrisa del cómico que fuera en su juventud, Chabrol confiesa que le encanta "un punto de perversidad en las mujeres, como la sal en una comida". Para ilustrar esta tendencia, el director francés recordó una anécdota del rodaje de La ventana indiscreta, cuando Grace Kelly pasó al apartamento de enfrente para recoger unas llaves en una memorable escena . A la que fuera princesa de Mónaco no se le ocurrió otra cosa para excitar a Hitchcock que saltarse el guión y comenzar a desnudarse.
Heroínas
De esa inclinación por las mujeres juguetonas y de su devoción por directores como Alfred Hitchcock o Ernst Lubitsch surgen esas heroínas como su ex mujer Stephane Audran o Isabelle Huppert que han definido el cine de Claude Chabrol, o la intrigante ambigüedad de la pareja protagonista de No va más.
"Fue deliberado y ni siquiera Serrault y Huppert sabían qué tipo de relación estaban encarnando. Para escribir el guión me inspiré tanto en mi mujer como en mi hija". Casado tres veces, Chabrol reconoce que en los rodajes se entiende mejor con Huppert que con Audran. "Isabelle va siempre al ritmo que me gusta y ella se encuentra muy cómoda con mi modo de trabajar. En cambio, con Stephane a veces resultaba duro mirar a través del visor de la cámara y a la mujer descubrir con la que vivías".
Encantado de visitar San Sebastián por primera vez y, sobre todo, rebosante de alegría por la oferta gastronómica donostiarra, Chabrol manifestó entre risas de los periodistas: "Para hacer buenas películas necesito comer bien. En realidad, debo comer bien para ser feliz. Por eso soy muy feliz en San Sebastián".
Babelia
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