Willem Dafoe afirma que "el límite de tiempo hace difícil adaptar las novelas al cine"
El actor estadounidense protagoniza 'Victoria', una versión del libro de Conrad
Recibido con la misma expectación que Jeremy Irons, pero sin desplegar el encanto de ilustrado caballero del británico, el estadounidense Willem Dafoe presentó ayer su papel en Victoria, donde encarna a un atormentado y escéptico héroe de Joseph Conrad. Actor que simultanea el teatro y el cine, y una de las estrellas favoritas de Hollywood, Dafoe admite los problemas que encuentran las adaptaciones al cine de obras literarias. 'El límite del factor tiempo hace difícil adaptar la literatura al cine. Siempre tropezamos con la eterna polémica de si el libro es bueno y la película es mala, o viceversa" comentó.
"En una novela el escritor puede recrearse todo lo que quiera en una atmósfera y en unos personajes. Sin embargo, un filme tiene una duración marcada y además el público pide acción y si no la hay, se impacienta", señala Dafoe. Ambientada en las Indias orientales holandesas de comienzos de siglo -la película fue rodada en Indonesia y la Federación Malaisia- y a través de un personaje escéptico y alejado del mundo que encarna Dafoe, la historia de Conrad concluye que la redención sólo es posible a través del amor."Resulta difícil", dijo el actor, nacido en Wisconsin en 1955, "interpretar roles de ese estilo porque responden a personas que no muestran sus pasiones ni sus emociones". Willem Dafoe, miembro de una compañía de teatro en Nueva York, reconoce sin lugar a dudas que las tablas conceden un carácter y una energía interior muy necesarias para la pantalla.
Escala de valores
Actor a las órdenes de directores tan dispares como Martin Scorsese, David Lynch o Paul Schrader; compañero de reparto de ídolos como Harrison Ford, y candidato al Oscar por su interpretación en Platoon, Willem Dafoe relativiza mucho el concepto de éxito con "el que uno se siente atrapado porque obedece a un mundo y a una escala de valores muy volátiles".
'To mejor", agrega, "es elegir aquello que te interesa, sean películas independientes de bajo presupuesto o grandes superproducciones sin entrar en la montaña rusa de la volatilidad". Esa actitud explica el hecho de que Dafoe no acepte encargos sólo por dinero. "Me gusta la buena vida, pero soy un hombre sencillo y apasionado, sobre todo, por su trabajo", firma.
Auténtico mito sexual para millones de espectadoras en todo el mundo, Dafoe representa bien su papel de yanqui simpático y un tanto payaso, vestido con chaqueta informal y tejanos y que coquetea sin recato con sus admiradoras. "Claro que tengo que elegir todos los días entre mi vida privada y mi carrera. No sé si es posible conseguirlo todo, aunque resulta evidente que el amor es lo más importante, el mayor consuelo".Mientras conversa con un grupo de periodistas irrumpe en la sala Irene Jacob, su compañera de reparto en Victoria, y Dafoe se funde con ella en un largo abrazo seguido de bromas y de besos. Ambos comparecieron ayer en el Festival de San Sebastián, en compañía del director Mark Peploe, apenas conocido como realizador pero guionista de los más sonados éxitos de Bernardo Bertolucci, como El último emperador, El cielo protector y El pequeño Buda.
La presencia de la estrella Dafoe eclipsó un tanto el paso de Irene Jacob por la capital donostiarra. Frágil y menuda, la actriz hechiza con una mirada que estalló en las pantallas con La doble vida de Verónica -con la que obtuvo el premio a la mejor actriz en Cannes en 1991- y con Rojo, ambas de Krzysztof Kieslowski, tras su debú con una pequeña aparición en la magnífica Adios, muchachos, de Louis Malle.
Nacida en Ginebra en 1963, Jacob se formó como actriz en Suiza y en Francia. Su personaje de Alma en Victoria representa a la mujer que consigue otorgar un sentido a la vida del héroe de Conrad.
Babelia
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