El Zaragoza se obligó a dos montadas
Una remontada épica permitió al Zaragoza enderezar el rumbo de un partido del que se había adueñado el Oviedo de forma incontestable. Con diez hombres y dos goles en contra, los jugadores. zaragocistas transformaron los pañuelos que en la primera parte poblaron la grada, en protesta por el paupérrimo juego de su equipo, en un incondicional apoyo. Bastaron las diabluras de Wooter y Gustavo López con el balón para cautivar a un público ávido de espectáculo.Todo parecía dispuesto para que La Romareda comenzase su tercer año de pasión. Un Zaragoza temeroso, pobre de ideas y ultradefensivo sucumbía ante un Oviedo al que le bastó disciplina.
La fe de los locales no se quebró y Jordi cerró la tarde con un cabezazo de libro, de abajo a arriba en el segundo palo, que premió al Zaragoza en su esfuerzo del segundo periodo y evitó que Luis Costa recibiera a las primeras de cambio las quejas de la grada. El Oviedo demostró entidad y muy buenas formas, pero careció de la continuidad necesaria.