Siete muertos y 170 heridos en un triple atentado de suicidas palestínos en Jerusalén
El grupo radical Hamás vuelve a desafiar a Israel y Arafat casi en el mismo lugar que lo hizo en julio
El grupo radical palestino Hamás, que se responsabílizó de la acción con una llamada a una agencia de noticias, provocó ayer una nueva matanza en el centro de Jerusalén. Al menos siete muertos y 170 heridos, según cifras de la policía israelí, fue el saldo de un triple atentado con bombas en la principal arteria comercial. Entre quienes perdieron la vida se encuentran los autores del ataque. Los tres artefactos explotaron a las 15.06 (una hora menos en la España peninsular) en intervalos de menos de cinco segundos y pudieron ser escuchados desde todos los rincones de la ciudad. Las deflagraciones se produjeron en una zona peatonal ampliamente transitada. Las negras, columnas de humo que se levantaban desde la calle de Ben Yehuda marcaban la localización exacta para los equipos de rescate, que tardaron pocos minutos en comenzar a atender a las víctimas del nuevo desafio de Hamás.
Las explosiones fueron provocadas sucesivamente en un cruce de calles, en el que los atacantes suicidas se habían colocado, aproximadamente, a una distancia de 30 metros unos de otros. La onda hizo saltar por los aires las vidrieras de numerosos establecimientos comerciales y cafeterías, lo que causó gran número de heridos entre los clientes de las terrazas que disfrutaban del sol, en la hora del almuerzo. El modus operandi ha sido similar al utilizado en el atentado del pasado 30 de julio en el mercado de Mahané Yehuda, en el que murieron 15 personas y los dos militantes de Hamás que lo causaron. La calle peatonal elegida ayer para el ataque está a menos de un kilómetro del lugar de la anterior explosión. "Si en esta ocasión se produjeron menos víctimas ha sido porque el atentado se registró en un lugar abierto y porque hubo menos explosivos que el anterior", señaló un funcionario de la policía en medio del revuelo de evacuación de la zona.
La policía israelí, que mantiene a diario una ostensible presencia en la zona, acordonó de inmediato el lugar del atentado. Los cuerpos de cinco personas quedaron cubiertos por bolsas en los primeros minutos. Las primeras informaciones hablaban de que la cifra de muertos era de ocho, pero fuentes oficiales la rebajaron más tarde a siete. Uno de los heridos se encontraba anoche en estado crítico
Rabinos y policías
En medio de zapatos, bolsos, ropa destrozada y otras pertenencias de las víctimas, los rabinos y agentes de la policía se esforzaban en descubrir restos de los cuerpos mutilados. Se trataba no sólo de localizar todos los fragmentos de cada cuerpo, como manda la religión judía, para su inhumación, sino también de identificar a los autores del atentado. Los agentes tomaron las huellas dactilares a los miembros esparcidos por el lugar del atentado, antes de introducirlos en bolsas de plástico para ser trasladados a los diversos institutos forenses.
Los restos se encontraban en las mismas mesas en que tomaban café minutos antes de la explosión o colgados de los árboles de la arteria comercial, muy frecuentada por turistas. El propietario de una de las tiendas señalaba una desmembrada cabeza ante su establecimiento y aseguraba que era la de uno de los responsables del ataque.
Prácticamente cada día la calle de Ben Yehuda es cortada al público para efectuar explosiones controladas de paquetes sospechosos que son localizados en la zona. Los agentes también realizan regularmente controles de identificación, principalmente a personas con fisonomía árabe, aunque en el anterior atentado los autores utilizaron el atuendo de los judíos ultraortodoxos.
La Autoridad Palestina que preside Yasir Arafat condenó el atentado en los primeros minutos, cuando todavía no se conocía el alcance exacto de la explosión. "Condeno por completo estas acciones terroristas que no sólo causan muertos, sino que además van en contra de los israelíes, de los palestinos y de todo el proceso de paz", dijo Yasir Arafat.
Agentes de la policía palestina arrestaron, horas después, de dos dirigentes de Hamás en Cisjordania y procedieron a la clausura de un semanario integrista en Gaza, según anunció un alto responsable palestino.
En la misma línea condenatoria se expresó el secretario del Gobierno palestino, Ahmed Abdel Rahman, quien aseguró que se trataba de "un crimen contra el proceso de paz y contra nuestros vecinos y socios del Estado de Israel".
La Autoridad Palestina ofreció toda su ayuda al Gobierno israelí para investigar el atentado. "Estamos dispuestos a coordinarnos con Israel y a cooperar frente a este terrorismo y estos actos criminales", aseguró el secretario del Ejecutivo palestino.
Sin embargo, el rápido repudio a este último episodio de sangre perpetrado por los integristas de Hamás no calmó los ánimos de los israelíes. El alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, acusó directamente a Arafat de "inspirar" las bombas de ayer, y dijo que el proceso de paz en Oriente Próximo no puede continuar como antes. "Arafat es el orquestador de todas estas acciones terroristas" recalcó en Moscú donde se hallaba de visita.
Desde el anterior atentado, del pasado 30 de julio, el Gobierno de Arafat ha sido criticado, de un modo continuado, por el israelí por no hacer lo suficiente para desmantelar la trama de las organizaciones radicales.
El portavoz de Arafat insistió ayer en que su Gobierno "tornará todas las medidas necesarias para detener a los que están detrás de los atentados y someterlos a los tribunales de justicia".
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