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Reportaje:

Los que se rebelan contra Dios

La crisis de Argelia produce la primera secta satánica del islamismo

Una nueva secta ha surgido en el seno del Grupo Islamista Armado (GIA) argelino, afirma el periódico Le Matin. Es conocida como El Ghadibun al Allah (Los que se rebelan contra Dios)'. Aunque no existe confirmación oficial de la misma y ningún grupo de este nombre ha reivindicado hasta ahora alguno de los atentados y matanzas ocurridos en Argelia en los últimos meses, la información dada por el rotativo cobra verosimilitud si se coteja con la forma y la secuencia en que se vienen produciendo las acciones terroristas en el país magrebí.En efecto, los seguidores de esta nueva secta protestan contra Dios porque no les ha ayudado a conquistar el poder. En su furia "contra el Creador y contra el islam oficial" tienden a destruir no sólo los símbolos que representan la creencia religiosa, sino a los propios creyentes, a quienes reprochan no haber colaborado con ellos para "derribar el poder impío".

Para identificarse entre ellos, los adeptos de El Ghadibun se automutilan amputándose el dedo índice de la mano derecha, que es con el que los musulmanes hacen su profesión de fe o shahada. Se cortan también las pestañas y las cejas, afirma el cotidiano de Argel. Esta última práctica, al parecer, ha sido ejercida ya en el pasado por algunas sectas en el islam.

Según fuentes argelinas, este grupo ha aparecido por primera vez en las montañas de Zbarbar y en las de Blida, situadas ambas al sur de Argel, zonas colindantes con "el triángulo de la muerte".

Los adeptos de El Ghadibun organizan sus ataques en grupos de medio centenar de sujetos, todos ellos hombres, que caen por sorpresa en zonas retiradas habitadas por pequeños grupos familiares. Sus objetivos principales son las mujeres, particularmente las embarazadas, a las que matan para que no den a luz nuevos musulmanes.

Las salvajes matanzas cometidas en los últimos tiempos en las regiones de Blida y Medea, así como las atrocidades rituales que en ellas han sido practicadas, coinciden con el esquema de comportamiento de esta nueva secta. Ayer mismo informaba la prensa de la capital de otros cinco niños pastores degollados en Cherchell, a 100 kilómetros al oeste de Argel, y otros 16 campesinos asesinados en Mascara, Saida y. Tiaret, todas ellas regiones del suroeste del país. En esta última, además, fueron secuestradas 12 mujeres.

Lo más llamativo de esta nueva secta fanática, según los especialistas, es su carácter satánico. Es la primera vez en la historia del islam que se conoce la existencia de una secta de esta naturaleza. En el pasado y aun hoy las sectas y grupos más extremistas del islamismo han sido y son tan fanáticos en sus acciones violentas como en la práctica religiosa. La secta de los Asesinos, la de ciertos grupos de la Yihad Islámica que se inmolan con los coches bomba contra las "fuerzas militares enemigas", la de las shiíes Arais al Damm (Las esposas de sangre), que dedican su vida a la "causa sagrada de Husain", nieto del profeta Mahoma, hasta el martirio, todas las sectas conocidas del islamismo extremo se han caracterizado por su fervor, su piedad y su práctica religiosa tan ritual como escrupulosa.

Los partidarios de El Ghadibun en cambio, se rebelan contra Dios y su creación por considerarse abandonados. Matan a los musulmanes en represalia contra su Dios. Y además condenan a las pobres gentes a la tortura, al martirio y al degollamiento por no haberlo sostenido en su lucha.

Aunque los atentados con bombas en Argel aún no han sido reivindicados por ninguna organización, es posible también que hayan sido obra de éste grupo fanático. El último de ellos fue perpetrado ayer mismo. Una bomba estallaba a las diez y media de la mañana con un trágico balance de ocho muertos y 50 heridos. La calle donde ocurrió el atentado, al igual que la. de El Biar el lunes pasado, servía de mercadillo popular. Decenas de vendedores ambulantes, trabendistas, como se les conoce en Argel, deambulaban a esas horas ofreciendo todo tipo de mercancías.

El objetivo de los terroristas era, pues, matar gente de la calle, provocar el pánico, crear terror. Lo mismo que el atentado en el barrio de Beni Messus en las alturas de Argel, frustrado esta vez gracias al propietario de un café que advirtió el paquete sospechoso y pudo avisar a tiempo a los artificieros, que lo desactivaron el mismo martes.

En todos los casos los terroristas fijan hoy por hoy sus víctimas entre los musulmanes. Lo que no deja de suscitar una gran inquietud entre los argelinos, que se interrogan sobre quiénes pueden estar detrás de semejantes carnicerías. Porque lo único cierto es que tanto El Ghadibun como los otros grupos que pululan dentro del GIA disponen de apoyo, armas y dinero. Y operan a cielo abierto en un país que está a las puertas de Europa.

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