La última película de Mastroianni

A lo largo de 50 años de profesión, Marcello Mastroianni interviene en 172 películas que le convierten en uno de los grandes del cine europeo. Sus dos últimos trabajos son el documental autobiográfico Mi ricordo, mí ricordo (1997), dirigido por su mujer Anna Maria Tato, y Viaje al principio del mundo (1997), una de las mejores obras del portugués Manoel de Oliveira.A sus casi 90 años, los cumple en 1998, Manoel de Oliveira se ha convertido en el decano de los directores en activo, el único que comienza a trabajar en los años del cine mudo y todavía sigue haciendo películas. Mientras precisamente prepara en el Casino de Madrid el rodaje de su próxima producción, Inquietud, acaba de estrenar en España Viaje al principio del mundo, una de sus grandes producciones.

Está basada en la auténtica historia del actor francés de origen portugués Yves Alonso que, cuando va a Portugal a rodar la coproducción francolusitana Las montañas de la luna (1986), de Paulo Rocha, aprovecha para conocer a una vieja tía, hermana de su padre, que vive en un pueblecito y va a verla con sus compañeros de reparto Manuela de Freitas y Duarte de Almeida, que le sirven de intérpretes.

Manoel de Oliveira da un doble significado a este viaje en busca de los orígenes, de los recuerdos de su padre más que de los suyos, al incluir dentro de la expedición al director de la película, que es su evidente alter ego, un papel que antes de aceptarlo Marcello Mastroianni estuvo a punto de hacerlo el propio Oliveira, que a, su vez recuerda su niñez en aquellos lugares, en Caminha, en la desembocadura del río Miño.

Tras una primera parte donde los tres actores, el director y un fantasmal chófer, interpretado por Manoel de Oliveira, van recorriendo la zona en busca de los recuerdos del director, se llega a una segunda, más tensa, más dramática, donde el actor se enfrenta con su vieja tía.

Planteada como una sucesión de consideraciones sobre la vida y la muerte, sobre los recuerdos y la nostalgia, Viaje al principio del mundo adquiere una gran fuerza, una mayor solidez, al estar interpretada por un envejecido Mastroianni, que muere pocos meses después de finalizar el rodaje, antes de ver la película acabada.

Realizada con la serenidad que da la edad, pero con el aire renovador que tiene la totalidad de la obra de Manoel de Oliveira -el último director experimental, el último de los grandes clásicos en activo- ésta es una de sus más personales y mejores películas.