Menem y Cardoso aparcan sus peleas para luchar juntos por un puesto en el Consejo de Seguridad
Los países latinoamericanos, con Brasil y Argentina en el centro de la disputa por la titularidad de un lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, abrieron ayer, en la XI Cumbre del Grupo de Río, un debate sobre el carácter de ese asiento en la probable reestructuración del Consejo, que incorporará a Alemania y Japón como miembros permanentes y a tres naciones más en representación de Asia, África y América Latina. Apaciguadores tras el choque diplomático de estos días, el presidente argentino, Carlos Menem, y el brasileño, Fernando Henrique Cardoso, subrayaron ayer en conferencia de prensa su intención de luchar juntos para que el subcontinente cuente "con voz, voto y veto", en el sanedrín de Naciones Unidas.
Habrán de resolver para ello sus propias diferencias. Brasil ambiciona el puesto reservado para Latinoamérica, en tanto que Argentina se opone a ello y propone una rotación de países argumentando que de cederse el espacio a Brasil peligra el equilibrio regional.La prometida inclusión argentina en la relación de socios especiales de Estados Unidos fuera de la OTAN (Organización del Atlántico Norte) molesta a Chile, cuyos problemas fronterizos con Argentina todavía no han concluido. El presidente Eduardo Frei aprovechará la reunión de Paraguay para criticar, discretamente, el salto cualitativo en las relaciones entre Buenos Aires y Washington, observado torvamente por el ejército de Augusto Pinochet y por quienes lo tienen por una maniobra estadounidense para debilitar el Mercosur (Mercado Común del Sur) sembrando la cizaña entre sus socios.
Cardoso aterrizó en Asunción con unas ironías demostrativas del malestar causado por el sesgo del ayuntamiento argentino-estadounidense y también por la decisión del jefe del Ejecutivo, Carlos Menem, de no respaldar la entrada de Brasil como miembro fijo del Consejo de Seguridad.
Relaciones íntimas
"Los brasileños no queremos tener relaciones carnales con nadie", destacó Cardoso parafraseando al ministro de Relaciones Exteriores argentino, Guido di Tella, quien, metafóricamente, propuso en su día la conveniencia de llegar a ese extremo. "No nos preocupa qué piensa Estados Unidos o qué hace Estados Unidos".
Al igual que en otras cumbres, asuntos en principio fuera de agenda se imponen en las mesas de trabajo del Grupo de Río, foro de discusión y consulta creado en 1986, que agrupa a Argentina, Brasil, Bolivia, Chile Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, Uruguay, Venezuela, y representantes rotativos de América Central y los países angloparlantes del Caribe.
En esta ocasión, el debate sobre la titularidad del escaño en el Consejo de Seguridad y el reforzamiento de los vínculos entre Estados Unidos y Argentina, que permitirá a este país la adquisición de material bélico estadounidense de segunda mano, atrajo más que la confrontación de pareceres de los delegados sobre el peligro que suponen los desequilibrios sociales para la consolidación de la democracia o los altibajos comerciales o macroeconómicos. La declaración Final de la reunión será nuevamente conciliatoria, e instará a la integración regional, pero la solución de los dos nuevos focos de conflicto quedará para más adelante.
Aunque las posiciones sobre él Consejo permanecen sujetas a negociación, y los presidentes mantenían entrevistas bilaterales al respecto, México parece escorarse del lado argentino si no consigue el puesto en el Consejo, que también desea. Los socios pequeños observan. "Es muy precipitado hablar en este momento sobre el tema, cuando la resolución que permitiría la ampliación del Consejo se discutirá en septiembre próximo", dijo el titular de Exteriores uruguayo, Álvaro Ramos. "Queremos ampliar el número de miembros hasta 25". Brasil, a tenor de las palabras de Cardoso, no descarta llevar su candidatura a una votación de la Asamblea General de no sumar el apoyo latinoamericano. "El Consejo de Seguridad no es un tema del Grupo de Río, ni de Mercosur, ni de América Latina. Es un tema global", dijo el presidente brasileño. Brasilia considera que la rotación favorece a las grandes potencias y en América Latina llevará a constantes discusiones sobre los relevos, impidiendo una auténtica representación.
El presidente Menem. se declaró sorprendido por el revuelo chileno. "No hemos actuado en la sombra. Chile sabía de la posibilidad de que Argentina sea designada aliado extra OTAN".
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