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El hombre de la cueva

Viví en una casita en las afueras de París: había un sótano para el carbón y la caldera, con una habitación de "criada para todo" de la época en que se las podía torturar y almacenar por las noches entre ratones y cucarachas. Cuando venía Ricardo era la habitación que elegía. Mis hijos le llamaban "el hombre de la cueva", y lo fue siempre: Verdad o metáfora. Fue en Valencia hombre-topo. Jefe de la FUE (Federación Universitaria Española), escapaba de España por Alicante, vivió los terribles días del cerco de los soldados italianos al puerto, entre suicidios y ahogados que querían alcanzar los barcos lejanos que no llegaron a recogerles. A él le agarraron, le metieron en el Campo de Albatera -otra tragedia- y escapó de una manera insólita: se echó a andar, llegó a la puerta, siguió andando.... Alguien le preguntó que quién era: bajo, lampiño, flaco por el hambre, dijo "¿Yo? Un niño". Así llegó a casa de sus padres que le prepararon la habitación trucada detrás de una tinaja en la cocina. Cuando, pasado el tiempo, creyó que ya podría salir, e intentó una reconstrucción del Partido Comunista, le detuvieron y le identificaron: fue a parar a un penal. Cuando salió, años después, quiso normalizar su vida: pero no dejó el trabajo clandestino en el partido.Trabajó en el cine: y fue "el hombre de la cueva" de directores como Bardem y Berlanga, inspirador de otros, creador de una escuela de cine. Fundó, con el partido, una productora: Uninci, donde también era el hombre oculto, el hombre de espaldas. Fue él quien produjo la película más famosa de Buñuel en España: Viridiana. No sin críticas: se le acusaba de hacer de la productora comunista (muchos socios no lo eran, y algunos ni siquiera sabían qué había detrás) el pedestal para un anarquista: una película sin moraleja, sin mensaje. O con otro mensaje. Fue una catástrofe: premiada en Cannes, pero prohibida en España, y maldita, y cesado el director de cine que la permitió: el franquismo, en fin. Pero se encontró la manera de culpar a Ricardo: salió de la cueva elegida para ser la víctima, y acusado de fascista, de confidente, de lo que fuese. No era la primera vez: cuando se unió con Nieves Arrazola -siempre la he querido, la quiero- se le acusó de quitarle la esposa a un compañero encarcelado y perseguido (Manuel Tuñón de Lara): el comunismo puritano. Como si las libres voluntades no contasen: ni la de ella, la valiente petrolera.... Ahí comenzó una distancia: una de esas rupturas que, como tantos rebotes, le fue llevando a un mundo ajeno y extraño. Se fue de Madrid a Barcelona; trabajó siempre con su gran prestigio, pero se fue de Barcelona -y de su casa, y de Nieves- a Valencia, convertido ya en anticomunista. Fue él quien organizó el remedo de la reunión de escritores mundiales para "limpiar" los famosísimos, heroicos, Congresos de la guerra civil; limpiarlos del comunismo. Y él quien, en una exposición, mandó retirar una cuadro de Alberti porque tenía la bandera republicana. Había caído, de verdad, en la caverna. (Hace años que no le he vuelto a ver: pero le he seguido queriendo, revolucionario y comunista y revoltoso y fascista y lo que fuera. Un amigo).

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