_
_
_
_

El 'Oxford English Dictionary' publica un apéndice con 3.000 palabras nuevas

150 expertos añaden los vocablos de las últimas modas urbanas

Isabel Ferrer

Los correos de la droga que ingieren las bolsas de heroína o cocaína para ocultarla han entrado en el Oxford English Dictionary de la lengua inglesa. Se denominan swallowers (swallow: tragar) y forman parte del grupo de 3.000 nuevos vocablos incluidos en un apéndice que acaba de salir a la venta en el Reino Unido. Cinco años de trabajos han servido para que 150 expertos incluyeran también a los luvvies, ricos y famosos; las teorías conspiratorias, conspiracy theories, y hasta el punto G, fuente de gozo sexual femenino, según el ginecólogo Ernst Grafenberg, o las últimas modas urbanas que reflejan la prensa y la literatura.

Publicado por vez primera en 1884, bajo el reinado de la reina Victoria, el Oxford English Dictionary pretende describir el uso de la lengua, pero no dictar normas de obligado cumplimiento. "Que un término no aparezca no significa que esté proscrito. Sólo intentamos reflejar la evolución y estado actual del idioma", señala Alan Hughes, uno de los lexicógrafos que ha colaborado en la compilación del nuevo volumen.Largas horas de consulta de toda clase de periódicos, revistas y libros, a un ritmo de 18.000 nuevas palabras mensuales, han llevado a sus páginas algunas como carjackers. Son los ladrones que levantan un coche en plena marcha echando al dueño del mismo. Si conducen a lo loco sobre todo de noche, y frenan, derrapan y aceleran de improviso como si les persiguiera alguien, se les puede llamar ahora hotters. Los menores que lavan los cristales de un automóvil en un semáforo, "pero de forma agresiva y sin que nadie lo pida", son squeegee bandits. La voz bandido subraya en este caso los malos modos del limpiacristales. Un stuffers (stuff: polvo, de droga) es otro correo que la esconde en alguna parte del cuerpo. Y las spread sheets son las hojas de cálculo informático que pueden componerse en el ordenador.

El diccionario recoge también las últimas modas urbanas. Los patinadores callejeros que llevan botas de una sola hoja practican el rollerblading. Los jóvenes aficionados a las juergas desinhibidas se dedican al raving (rave-in: orgía). Los feligreses que corean salmos o canciones con los brazos en alto o dando palmas son happy clappies (happy: contento; clap: batir palmas).

Dos de los términos aceptados han aparecido profusamente en los medios británicos de comunicación en los últimos meses. Se trata de stalkers, individuos en su mayoría varones que acechan a una mujer o la acosan por teléfono. Tras varios casos relevantes de víctimas que sufrieron agresiones psíquicas, la figura ha entrado en el Código Penal, que castiga sus actos con la cárcel. Las tarjetas de lotería que se rascan con una moneda, scratchcards, aparecen asimismo. "Cuando una palabra sale muchas veces en la prensa o la literatura empezamos a considerarla como una candidata al diccionario. Tenemos un fondo de datos para poder comparar, pero lo importante es que se use en diversos sitios, no en una sola publicación", dice Alan Hughes.

Her indoors es un modo salido de la televisión que sirve para denominar a la novia. Con ayuda del refranero popular podría traducirse como "la mujer, la pata quebrada y en casa". Lo utilizaba el protagonista de una serie que duró 14 años para referirse a su chica, que siempre estaba indoors (dentro de casa).

Los lexicógrafos del Oxford English Dictionary suelen esperar 12 meses para ver si un término gana adeptos y se asienta en el lenguaje. Cuando lo logra, aunque proceda de otro idioma, como el pan italiano de aceite, ciabatta, "puede incluirse sin problemas. El inglés es una lengua flexible y permeable", concluye Hughes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_