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Españoles visibles e invisibles

Miguel Ángel Villena

Juan Goytisolo vive desde hace 20 años en una casa situada en una calleja de la medina de Marraquech. Como ocurre siempre en el urbanismo islámico, la vivienda no descubre nunca desde un exterior de muros altos y desnudos los placeres del interior. Un fresco patio, repleto de flores y de plantas, acoge 1 a los visitantes mientras las habitaciones circundantes protegen a los dueños de la casa del inmisericorde sol que fustiga Marraquech a comienzos del verano. Aquí se siente el escritor más hospitalario y feliz que en los cenáculos literarios de París o de Madrid, según confiesan todos aquellos que lo tratan con frecuencia. Goytisolo sigue a rajatabla los ritmos que impone el Magreb. Madruga todos los días, trabaja desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde y tras la comida y una imprescindíble siesta acude, cuando el sol ya declina, a la plaza de Xemáa el Fnaá.El intelectual es ya un personaje popular en Marraquech, hasta el punto de que a muchos turistas españoles les basta con preguntar por Juan para que algún marroquí les indique el camino de su casa o de su rincón preferido en la plaza. Sonríe, por ello, Goytisolo cuando se le pregunta por otra española, famosa de la prensa del corazón y también residente en Marraquech. En una urbanización de lujo de los alrededores de esta ciudad pasa largas temporadas Carmina Ordóñez. El escritor no puede evitar la ironía cuando hace referencia a unas declaraciones de Ordóñez en las que calificaba a Goytisolo de español invisible en Marraquech. "Tiene gracia", comentaba el autor, "que diga eso precisamente una persona que vive en un mundo exclusivo y protegida por el lujo y los vigilantes de seguridad mientras a mí cualquiera puede encontrarme en la plaza".

Más información
Plaza de las palabras, patrimonio del hombre

Estrés y té

Visible e invisible un publicista catalán que hace seis años decidió acabar con los agobios y compró una preciosa vivienda en la medina para acoger huéspedes ansiosos de contemplar noches de estrellas con el único rumor de fondo de las llamadas a la oración desde las mezquitas. "Salvo estar sentado, aquí todo lo demás produce estrés", señala Jordi Lama, mientras prepara con mimo un delicioso té a la menta. Si escasos, aunque significativos son los españoles que han apostado por una forma de vida absolutamente diferente, las aves de paso abundan cada vez más. Los gritos de "amigo, amigo" o "barato, barato" de los vendedores ambulantes indican bien a las claras que el turismo español está en auge.Alguien ha debido instruir a los comerciantes de Marraquech para que espeten a bocajarro un sonoro "catalán" a todo aquel turista español que se niegue a aceptar el precio. Pero esta traslación a las puertas del desierto del mito de la tacañería catalana no obsta para que muchos marroquíes reciten casi de carrerilla la alineación del Barça.O pidan camisetas del Real Madrid. Que para ellos tanto monta, monta tanto.

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