Fiebre cortadora

Un vecino de San Lorenzo de El Escorial, José Miguel Oliva, se ha quejado con una carta a opinión del lector de la tala de las hileras de castaños que jalonaban la lonja del monasterio sin que los ecologistas hayan hecho nada para impedirlo. Es de agradecer el que se preocupe por esta fiebre cortadora que parece recorrer las ciudades y pueblos de España de un año a esta parte, pero a esos árboles "asesinados" no les sirven ya de nada las quejas en un periódico; no se puede esperar que otros nos solucionen los problemas, la omnipresencia sólo le es posible a Dios.Los ecologistas son humanos, son ciudadanos normales que se juegan el tipo en cada acción de protesta, que son vistos como marcianos verdes, bichos raros con los que hay que tener cuidado y que sí se enfrentan a cada problema, a las situaciones injustas, se refieran a personas, animales o vegetales. No podemos quedamos de brazos cruzados esperando a que los que se plantan delante de un ballenero, con peligro de sus vidas, no por buscar publicidad o dinero, también tengan que ir a cada pueblo de España a pedir que su Ayuntamiento no se dedique a cortar árboles o a organizar cacerías para ayudar al presupuesto municipal.

Si nos uniésemos a los grupos organizados todos los que estamos viendo estas carnicerías vegetales y dejásemos la comodidad de nuestros hogares para manifestarnos de vez en cuando, tal vez estos consistorios tan majos que salieron en las últimas municipales comprenderían que las obras dejan mucha pasta, pero que no sólo de pan vive el hombre; a algunos aún nos gusta ver un hermoso árbol a los bordes de un camino o una cabra montés mordisqueando hierba sin miedo a ser tiroteada a traición por algún ser racional e inteligente, de esos que abundan tanto en nuestro amado país.-