Unión monetaria y empleo
Por fin un gobernante europeo se ha atrevido a levantar la voz contra el tan santificado proyecto de unión monetaria. Resulta paradójico que, a pesar de existir un consenso en, que el mayor problema que aqueja a Europa es el paro, todos los esfuerzos de la política económica estén destinados a aprobar el examen de Maastricht, que no sólo ignora el drama de los parados, sino que reduce los instrumentos para resolverlo. Con el euro en marcha, y acompañado del famoso Pacto de Estabilidad, ya no podrán devaluarse las monedas nacionales, ni emplearse las políticas monetaria o fiscal para impulsar la creación de empleo. Esperemos que no se deje pasar esta ocasión para darle al euro un rostro más humano, añadiendo a la unión monetaria europea ciertas pretensiones sociales. Por eso son de agradecer las manifestaciones del recién elegido Jospin, aunque no sean bien recibidas por los mercados financieros. No pueden olvidar los políticos que su objetivo último es el bienestar de los ciudadanos. Por contra, cada vez se mitifican más los datos macroeconómicos -reducción de la inflación y el déficit público, mayor crecimiento del PIB, etcétera- sin importar si sirven para mejorar las condiciones de vida de la gente o, en realidad, se la hacen más difícil.-
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