La Zarzuela contraataca
Había inquietud en el ambiente lírico madrileño por conocer qué iba a ser del Teatro de la Zarzuela tras el desplazamiento de las actividades operísticas al Teatro Real. Se temía lo peor: un alargamiento indefinido de las anunciadas obras por reforma que van a mantener cerrado el teatro desde julio. La presentación anteayer del avance de programación para los años 1998 y 1999 disipa las dudas. La Zarzuela seguirá en activo aunque, claro, con un enfoque diferente.La Zarzuela había mantenido vivo el pulso operístico de la capital durante las pasadas décadas. Algunos de sus espectáculos dejaron una huella imborrable. Atys, Rinaldo, La carrera del libertino, Ermione, Lulú o Peter Grimes, por ejemplo, abrieron horizontes a una tradición anclada en el repertorio más convencional. ¿Qué haría la Zarzuela con el Real a tope?
La nueva filosofía del teatro apuesta fundamentalmente por el género lírico español. La zarzuela ha experimentado cierta revitalización en los últimos años y a ello no es ajena la política de grabaciones de algunas casas discográficas (Auvidis, especialmente) incorporando a los divos españoles en papeles que no suelen representar encima de un escenario. Así, Domingo, Kraus o Bayo ejercían de reclamo para la revisión de un género con frecuencia denostado. El interés por la zarzuela se manifiesta también en el aumento de conferencias y publicaciones sobre la misma. Durante este mes de junio, sin ir más lejos, la librería Crisol está ofreciendo un ciclo de charlas con la participación del compositor Ramón Barce, el director de escena Emilio Sagi, el catedrático de canto Ramón Regidor y el escritor musical Manuel García Franco.
El reto del teatro de la Zarzuela en su próxima etapa es llevara cabo una política continuada de producciones que constituya lo que podríamos llamar el fondo de armario de nuestro teatro lírico nacional, convertirse en algo similar a lo que significa la Volksoper en Viena respecto a la opereta. En este sentido, títulos como La Gran Vía, El barberillo de Lavapiés, Doña Francísquita, La viejecita, Gigantes y cabezudos, La corte delfaraón o Luisa Fernanda, anunciados todos ellos para las dos primeras temporadas, pueden suponer, junto a alguna zarzuela barroca, la base de un relanzamiento sin complejos de un género que podrá así demostrar su posible vigencia y reencontrarse con un público que ha huido de la cutrez escénica y musical que normalmente le acompañaba.
Los planes del Teatro de la Zarzuela se complementan con otras tres líneas de actuación: tonadillas escénicas del siglo XVIII, ópera barroca y ópera ac-tual. Los primeros títulos operísticos anunciados para el 99 no pueden ser, más estimulantes. Tanto La coronación de Popea, de Monteverdi, como La vuelta de tuerca, de Britten, son dos obras maestras absolutas. Y sé de buena tinta que está muy avanzado el proceso de negociaciones para el estreno en España de Utopía. El secreto de las sirenas, de Mauricio Sotelo y Juan Carlos Marset, cuyo estreno mundial tendrá lugar en la Bienal de Múnich del 99. La obra es especialmente sugerente pues incorpora en el contexto de una ópera las voces flamencas de Enrique Morente, Esperanza Fernández y Carmen Linares.
La zarzuela y las óperas que no quiere el Real (sus máximos responsables se han desmarcado de parte de la programación del primer año y aspiran al repertorio más populista, el del Teatro Calderón, para entendernos) son, pues, el fundamento de la nueva etapa del teatro de la calle Jovellanos. La presión se la han pasado al Real, un teatro en el que cada uno de sus pasos parece estar condenado al desasosiego. El último ejemplo: la venta de abonos.
Hablaba Fernando Argenta el martes de maleficio al referirse al elevado número de protestas que estaban llegando al programa Clásicos populares por el procedimiento telefónico utilizado. Hay, además, otras cuestiones difíciles de comprender. ¿Por qué se otorga, por ejemplo, un trato de favor a los Amigos de la Ópera (su presidente es el gerente del Real) facilitándoles una reserva previa de más de un 20% del aforo, no respetando el principio de igualdad de oportunidades en un teatro levantado con fondos públicos?
. En fin, uno se desplaza fatalmente al Real, aun queriendo hablar de otras cosas. El maleficio es tan poderoso que ni siquiera le dejamos a la pobre Zarzuela que al menos sea reina por un día en su celebrado aviso de retorno.
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