La ecografía permite la detección precoz de tumores femeninos
Lo último que esperaba Mayte G. al hacerse una ecografía en el contexto de un control ginecológico de rutina era que le diagnosticaran un tumor de ovario. Pero muy pronto el susto dio paso al alivio. Lo incipiente de la formación anormal, le explicó el ecografista, permitía su extirpación total y definitiva: el mal había sido descubierto a tiempo. Inesperadamente, Mayte G. se había librado de un auténtico drama personal gracias a la afinada resolución de las imágenes ofrecidas por la última generación de ecógrafos.Efectivamente, hasta la llegada de dichos aparatos, la detección de los cánceres de ovario y endometrio constituía una operación difícil, cuando no tardía, a diferencia de lo sucedido con el cáncer del cuello del útero, eficazmente diagnosticado con el método Papanicolau. "Los ecógrafos antiguos nos daban una visión borrosa de los ovarios, sin llegar siquiera a percibir el endometrio, que permanecía invisible. Y cuando diagnosticábamos los tumores solía ser tarde, pues éstos ya habían alcanzado un estado demasiado avanzado", recuerda José Manuel Bajo Arenas, presidente de la Sección de Ecografía de la Sociedad Española de Obstetricil y Ginecología.
La detección precoz es un factor clave en la lucha contra los tumores en general y contra estos dos tipos de cáncer ginecológico en particular. Una paciente a la cual se le descubre un cáncer de endometrio en la fase inicial cuenta entre un 60% y 70% de posibilidades de curación, mientras que si el hallazgo se produce en el estado más avanzado de la patología (grado IV), apenas el 10% de las pacientes sobrevive. Y lo mismo puede afirmarse del tumor de ovarios.
El vuelco de la situación se completó con la irrupción del Doppler color, otro medio diagnóstico que permite ver la vascularización, es decir, la disposición de los vasos sanguíneos en los tejidos y los órganos. El Doppler vino a complementar al ecógrafo; emite ultrasonidos que rebotan contra los glóbulos rojos y blancos y otros componentes sanguíneos; al retornar, el eco traza un mapa en color de la irrigación. En pocas palabras: el ecógrafo distingue estructuras orgánicas; el Doppler interpreta los parámetros del panorama circulatorio. Esta facultad es de gran relevancia en la medida en que un indicio fiable del cáncer es la vascularización exagerada (producto de la creciente demanda de sangre por la proliferación celular). El Doppler mide los flujos sanguíneos y determina cuánta sangre llega al tumor, ampliando la información relativa a su desarrollo, ritmo de crecimiento, etcétera.
La extraordinaria resolución de los ecógrafos actuales y del Doppler llega al punto de percibir crecimientos tumorales de hasta tres milímetros de tamaño. Las implicaciones diagnósticas del avance se captan enseguida cuando se considera que ello permite vislumbrar un cáncer de endometrio de tan sólo cinco milímetros de magnitud. De ese modo quedaba abierto el camino a la detección precoz del cáncer con las técnicas de diagnóstico por imagen, mucho más rápidas y eficaces que el tradicional método citológico, basado en la extracción y análisis de muestras de tejido sospechoso.
En cierto modo, este beneficio ha sido inesperado, pues el objetivo inicial de los ecógrafos pasaba por la observación del embarazo, cuyo seguimiento han revolucionado. "Ahora vemos todo lo que ocurre dentro del útero en sus aspectos fisiológicos", explica Bajo Arenas. "Podemos escudriñar el folículo [el recipiente del ovario donde se guarda cada óvulo] y asomarnos al proceso de la ovulación, algo hasta entonces completamente imposible".
Los adelantos en este campo del diagnóstico no tienen trazas de cesar. "En los próximos años la resolución y definición de la imagen ecográfica no dejará de mejorar", vaticina Ezequiel Lefelman, coordinador del IV Videosimposio sobre Ecografía, Obstetricia y Ginecología celebrado en el Hospital Universitario de Getafe, Madrid.
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