Los toxicómanos se enfrentan a la policía en La Celsa para romper el cerco antidroga.
La tensión por el cerco contra la droga que la policía mantiene desde el domingo en los poblados marginales del sur de Madrid alcanzó en la madrugada de ayer su punto crítico con un violento enfrentamiento entre los agentes y 300 toxicómanos en La Celsa y la muerte por atropello de dos supuestos drogo dependientes. Ambos fallecieron en la carretera de Vallecas a Villaverde -donde se asientan dos poblados vigilados- en un intervalo inferior a una hora.El primer accidente mortal se registró a las 0.55 horas, a 400 metros de La Celsa, cuando un autobús de la línea 88 de la EMT que se dirigía a las cocheras arrolló con el frontal derecho a Ramón Gómez Calcerrada, de 35 años. El hombre murió en el acto por traumatismo craneoencefálico. El conductor, sin embargo, creyendo que le habían lanzado una pedrada siguió su camino. Una vez en la cocheras y tras la llegada de la policía, el conductor, de 51 años, reconoció lo sucedido. "En el punto del accidente no había luz ni arcén. Y como horas antes otros cinco autobuses habían sido apedreados en La Celsa, pues el conductor atribuyó el golpe a una pedrada", afirmó un portavoz de la EMT.
Una hora después, una mujer de unos 25 años y aún sin identificar, fue atropellada a la entrada del poblado de Los Pitufos por una furgoneta que se dio a la fuga y burló sin dificultad el cerco policial. La víctima, atendida por el Samur, murió en el hospital Gregorio Marañón.
Tras estas dos muertes, un estallido de violencia sacudió La Celsa. Exasperados por la carestía de heroína causada por el cerco, unos 300 toxicómanos a los que se impedía el paso al poblado -donde compran las dosis- se enfrentaron abiertamente contra los agentes.
Los antidisturbios cargaron en La Celsa contra 300 toxicómanos que les apedreaban.
Los toxicómanos, apostados en un solar situado al otro lado de la carretera, lanzaron a los agentes botellas y piedras, e intentaron cortar el tráfico. La policía, con dos coches dañados y rodeada por los drogodependientes con síndrome de abstinencia, pidió ayuda urgente a los unidades de intervención y cargó contra los toxicómanos hasta dispersarles.Un heroinómano que participó en la refriega la recordaba ayer así: "A eso de la dos y media, vimos que sólo quedaban dos coches y dos furgonetas y que nos decían con altavoces que nos fuésemos, pero como estamos desesperados por pillar algo, les dijimos que no. Insistieron y nos amenazaron. Vale, pues tuvieron bulla, cogimos unas piedras y se las lanzamos. No veas cómo se pusieron los maderos. Trajeron más antidisturbios y nos atacaron con porras y pelotazos. Ya ves, yo sólo quiero estar bien y no morirme aquí tirado, esperando comprar caballo".
Esta opinión era compartida por los otros heroinómanos. "Mira, el gramo valía antes 5.000 pesetas y ahora, con el cerco, cuesta 10.000 y además te lo llenan de mierda porque los camellos saben que estás desesperado", dijo María Esther, de 19 años, quien aguardaba al otro lado de la carretera de Villaverde a Vallecas a que se levantase el cerco o bien que la policía dejase algún hueco por donde colarse en La Celsa. La joven, que vive de las limosnas que le dan en la puerta del Sol, estuvo presente en la trifulca de la madrugada: "Aquello no tuvo sentido, la policía no está para impedir que compremos, sino para detener a los camellos".
El choque de La Celsa culminó una noche que se había iniciado con una primera ruptura de hostilidades entre toxicómanos y policías en el poblado de Jauja (Cerro de la Mica). En este enclave, al filo de la medianoche, fue sorprendido un supuesto papelinero cuando vendía droga en el exterior del poblado. Cuando la pareja de la policía se le aproximó, el hombre echó a correr hacia Jauja. No llegó muy lejos. En el poblado fue capturado. Pero una vez esposado, una veintena de residentes se abalanzaron contra los agentes y, siempre según la policial, les lanzaron piedras. La patrulla sacó el arma y efectuó dos disparos al aire para dispersar a los presuntos agresores. El detenido, aprovechando la confusión, logró huir a la carrera, pese a estar esposado. El incidente terminó con la llegada de los antidisturbios.
Pese a estos enfrentamientos, la policía defiende el cerco a los poblados con datos: 33 detenidos y 500 identificaciones. Entre estas operaciones, destaca la liberación de un joven de 17 años en La Celsa que en "situación de esclavitud" era utilizado como cobaya por un clan de traficantes. Estos le obligaban a probar las adulteraciones de heroína antes de sacarlas al mercado. El menor, que sufría síndrome de abstinencia, cumplía además funciones de criado para el clan.
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