La lluvia no desanimó a los lectores en el primer domingo de feria
El Retiro vivió un día de fiesta y los autores no pararon de firmar ejemplares
Familias con niños, familias con perro, abuelos con nietos, grupos de amigos... una marca humana ocupó ayer las amplias avenidas del madrileño parque del Retiro y se concentró en la feria. Con el eslógan de "nos comen, no comemos" representantes de los agricultores españoles recibieron a los visitantes a los que pidieron el boicoteo a los productos franceses. Recibieron a cambio estimulantes muestras de solidaridad.
En el pabellón de los electrónicos no se podía dar un paso y lo mismo ocurrió en el de la ONCE, todo un descubrimiento para los videntes. En la zona infantil, algarabía y aire de fiesta total.Por el humo se sabe donde está el fuego. Las colas y el mogollón indicaban que en la caseta había autor preferido. Las recorrió el ex embajador alemán Guido Brunner. Su repetido comentario desconcertó a más de uno: "¿Forrándose, eh?". A saber si se "forraron" aunque a muchos sí les dolió la muñeca de estampar dedicatorias sin parar. Arturo Pérez-Reverte agotó por la mañana la octava edición de El capitán Alatriste. El siempre discreto Luis Mateo Díez se quedó también sin ejemplares de La mirada del alma. Fue casi imposible acercarse a José Luis Sampedro y a Carmen Martín Gaite, ambos estaban ocultos por una avalancha de lectores ilusionados e impacientes. En las increíbles colas de Antonio Gala o de Pilar Urbano los admiradores se organizaron disciplinadamente para aguardar a la sombra, eso mientras hubo sol. Javier Marías, que recibirá el próximo día 14 en Dublín el premio europeo Impac por Corazón tan blanco, dedicó ejemplares de un buen número de sus títulos, en especial del último, Mano de sombra. Marías es uno de los pocos escritores que ha logrado instalarse en las listas de más vendidos con la edición de bolsillo de Mañana en la batalla piensa en mí.
Parece cierto que la poesía está de moda. Gala está convirtiendo en best seller sus Poemas de amor, pero también otros poetas firmaron muchos más libros de lo que habían imaginado. Manuel Eplivas, el sábado, de su Pueblo de noche, y Ángel González, ayer de varias de sus obras, sobre todo de Antología personal. Grandes firmadores fueron asimismo Rosa Montero, con su recientemente premiada con el primer Primavera, La hora del caníbal, Javier García Sánchez con su biografía de Induráin, Soledad Puértolas con Una vida inesperada, Luis Sepúlveda (Desencuentros), Fernando Schwartz (El desencuentro). Y muchos más. Sería más fácil decir quién no estuvo que quién estuvo.
El éxito de Un calor tan cercano, ha permitido a Maruja Torres paladear el placer del encuentro. Su caseta era de las que lucían larga cola. Vivió un momento emocionante: dos jovencitas, Lys y Almudena, que ya le habían solicitado autógrafos en otras ferias se presentaron ayer con sus "papeles": una libreta y hojas sueltas con relatos y poemas. La Torres los leyó. "Tienen madera. Serán escritoras". La periodista y escritora inició el sábado el ciclo El autor y sus lectores. Torres se encontró con sus lectores y respondió a sus preguntas. Les dijo que ella no se enteró de que el periodismo era su vocación y su apasionada profesión hasta 16 años después de ejercerla. "Los talentos medianos necesitamos haber vivido, conocer el dolor y la felicidad, para basarnos en esas experiencias a la hora de escribir, porque no somos ni Borges ni Kafka".
Babelia
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