Un Ejército anticuado y en bancarrota
Todos coinciden en que la situación del Ejército es desastrosa: no sólo no hay dinero para modernizar las Fuerzas Armadas, sino que ni siquiera se paga a tiempo a los oficiales. En 1996 los militares recibieron, sólo el 55,7% de las asignaciones aprobadas en el presupuesto estatal, y este año la situación financiera es aún peor. De persistir esta tendencia, según advertía el defenestrado ministro de Defensa Ígor Rodiónov, para el año 2003 "el país habrá perdido totalmente su capacidad defensiva".El deterioro de las Fuerzas Armadas lo muestran claramente estas cifras: 200 aviones de combate modernos no pueden volar debido a que no hay acumuladores; dos tercios de los buques de la Armada no están en condiciones de navegar; sólo una de cada seis unidades militares está en condiciones de combatir.
La reforma militar aprobada por el Kremlin. prevé reducir el Ejército de 1.700.000 hombres a 1.200.000.
Según cálculos de los expertos, la reducción de 200.000 hombres cuesta unos 250.000 millones de pesetas.
Además del problema financiero que aqueja al Ejército, existe el problema de que en Rusia hay otras estructuras armadas que, en lugar de disminuir, están creciendo en proporción directa a las influencias que sus jefes tienen sobre el presidente.
En total, Rusia cuenta con dos millones y medio de hombres en armas, entre el Ejército, el Ministerio del Interior, el Servicio Federal de Guardafronteras y otras estructuras. Quien mejor defiende sus intereses corporativos es hoy Anatoli Kulikov, titular de Interior, quien, además, es vicejefe del Gobierno ruso. Los generales, tan criticados ayer por Yeltsin, han proliferado como setas, y actualmente suman 2.865, es decir, uno por cada 50.000 habitantes.
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