Yeltsin despide de forma fulminante al minstro de Defensa ruso y al jefe de las Fuerzas Armadas
El presidente ruso, Borís Yeltsin, destituyó ayer fulminantemente a su ministro de de Defensa, Ígor Rodiónov, y al jefe del Estadc Mayor General de las Fuerzas Armadas Víktor Samsónov, durante la reunión del Consejo de Defensa, en la que los generales se negaron a responder a las durísimas críticas del jefe del Estado. El gran vencedor le la reunión de ayer ha sido Yuri Baturin, secretario del Consejo de Defensa y asesor de Borís Yeltsin para asuntos militares, quien tenía una visión opuesta a la de Rodiónov sobre la reforma militar que necesita el Ejército.
"No sólo estoy insatisfecho con la situación de las Fuerzas Armadas y cómo se realiza la reforma en el Ejército; estoy indignado", dijo ayer Yeltsin al abrir la reunión del Consejo de Defensa. Rodiónov y Semiónov fueron criticados por el líder ruso por 11 no haber hecho nada en la reforma militar".Más adelante, Yeltsin acusó al generalato de torpedear la reforma. "Los soldados enflaquecen y los generales engordan", señaló, para agregar que los oficiales superiores están interesados en reformar el Ejército, ya que en la reorganización pueden perder sus privilegios. "Los generales son hoy el principal freno de las reformas militares", aseguró Yeltsin.
Yeltsin también criticó "la moda" de los generales de "construirse dachas por toda Rusia", a pesar de que la mayoría de las casas de campo que ahora pertenecen a los altos mandos y que antes eran propiedad del Ministerio de Defensa les fueron vendidas a precios simbólicos con el visto bueno del presidente. Las críticas de Yeltsin no sorprendieron. En los últimos tiempos, la imagen del presidente está vinculada a la crítica de los altos cargos, y no hay semana en que la televisión no muestre cómo el líder ruso regaña al jefe del Gobierno o a algún otro dirigente.
Lo sorprendente se produjo después de la filípica de Yeltsin: Rodiónov y Sainsónov se negaron a presentar los informes que tenían preparados, alegando que el tiempo que se les concedía no era suficiente para ello. Esto equivalía a un acto de insubordinación, y Yeltsin no lo podía pasar por alto: en la misma reunión destituyó a ambos generales y nombró ministro de Defensa en funciones a Ígor Serguéyev, el comandante en jefe de las Tropas de Misiles Estratégicos.
La simpatía de la mayoría de los generales se inclina en esta crisis de parte de Rodiónov y Samsónov, y no del presidente. Ambos provocaron su cese, posiblemente convencidos de que, sí bajaban la cabeza e ignoraban las críticas de Yeltsin -muchas de ellas injustas-, no podrían aplicar la política militar que ellos consideran necesaria, sino que tendrían que realizar la- reforma del Ejército que plantea Baturin. Rodiónov considera imposible disminuir el número de efectivos sin contar con los medios financieros para modernizar el Ejército, mientras que Baturin afirma que se puede comenzar de inmediato a reducir las Fuerzas Armadas. Baturin ha sido el gran triunfador en el enfrentamiento que hubo ayer en el Consejo de Defensa, ya que ahora no tendrá obstáculos para llevar adelante su reforma.
Como nuevo jefe del Estado Mayor General Yeltsin ha propuesto a Víktor Chechevátov, que hasta ayer era comandante en jefe del Distrito Militar del Extremo Oriente. Este general se hizo famoso cuando en 1992, siendo jefe del Distrito Militar de Kiev, se negó a jurar lealtad a Ucrania y a quedarse en ese país, en diciembre de 1991 accedió a la independencia. A esa notoriedad se suma ahora que se esté construyendo una casa de campo en los alrededores de Moscú, que, según los expertos, cuesta cerca de un millón de dólares (más de 140 millones de pesetas), cuando el sueldo de los generales no supera los 600 dólares (menos de 86.000 pesetas).
Este hecho, denunciado en varias ocasiones en la prensa rusa, es importante ahora para evaluar el alcance de la nueva campaña contra la corrupción anunciada por Yeltsin.
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