Un terremoto de 5,1 grados provoca momentos e pánico en Galicia, aunque no causa daños graves
Miles de gallegos pasaron la madrugada de ayer en la calle después de un temblor de tierra que sembró el miedo y el desconcierto en toda la comunidad a las dos menos diez. El seísmo, de intensidad de 5,1 grados en la escala de Richter, se percibió en Portugal, Asturias, Castilla y León, Madrid e incluso en algunas provincias andaluzas. El epicentro se localizó entre las poblaciones lucenses de Sarria, Triacastela y Becerreá, donde estos fenómenos se repiten desde hace dos años. No hubo daños personales directamente causados por el terremoto, aunque un hombre murió de infarto en Sarria mientras trataba de pasar el . mal trago en la calle. Según las primeras estimaciones, los daños materiales son de escasa consideración.
La carretera nacional VI Madrid La Coruña, que atraviesa el epicentro del movimiento sísmico de ayer, tenía de madrugada todo el aspecto de una procesión de penitentes. Decenas de personas circulaban por las cunetas, algunas profiriendo gritos y lamentos. Llevan desde marzo de 1995 padeciendo la plaga de los terremotos, pero "al miedo nadie se acostumbra", como repetían los vecinos.Lo único que han ganado son conocimientos de sismología. Algunos hasta parecen expertos, como el alcalde de Becerreá, Antonio Fernández Pombo. Sobre la siete de la mañana, un equipo de, televisión le hacía una entrevista en la calle, que interrumpió abruptamente un nuevo temblor. Fernández Pombo afinó el oído y, sin necesidad de instrumentos mecánicos, certificó con rapidez y precisión: "Este ha sido de 3,6". Los sismógrafos del Instituto Geográfico Nacional registraron un centenar de movimientos, réplicas del de 5,1 grados, aunque sólo 15 fueron perceptibles para la población.
Los expertos insisten en restar importancia a este fenómeno, pero la población no termina de acostumbrarse e incluso, como en Becerreá, los médicos han detectado como consecuencia del mismo un síndrome psicótico en muchos de sus pacientes, con síntomas de angustia que les lleva a desear un cambio de residencia.
"Como una locomotora"
"Es como si una locomotora estuviera entrando en tu casa". Así describía un vecino de Triacastela su percepción de la primera sacudida. La práctica totalidad de los habitantes de esa comarca lucense abandonó de nuevo sus hogares con el primer temblor, que también los dejó a oscuras al activarse un automatismo que interrumpe el suministro de energía eléctrica. El comportamiento vecinal, según fuentes de Protección Civil, mejoró con respecto a anteriores ocasiones, pero sin evitar un clima e general amedrentamiento y crisis nerviosas que en algunos casos derivaron en pánico. "Quien no le tiene miedo a esto es que no le teme a nada", repetían.En Satria, Manuel Simón, de 41 años, murió a las seis de, la mañana como consecuencia de un infarto que sufrió cuando estaba en la calle con su hija y su suegra. "Nadie lo ha asegurado, pero el infarto bien le pudo sobrevenir por el nerviosismo de la situación", señalaba el alcalde de la localidad, Arturo Corral.
Tanto en ésta como en el resto de las poblaciones del sureste de Lugo y en otras de Orense, numerosos grupos de vecinos buscaron la protección del campo abierto, en torno a fogatas o dentro de sus propios automóviles.. "Pero se nota lo mismo estés donde estés", confirmaban con angustia a medida que se sucedían los temblores.
En el resto de las ciudades gallegas se vivieron situaciones análogas después de la principal sacudida: ruido sordo, tintineo de cristales, desprendimiento de cuadros, de pequeños objetos decorativos y, en definitiva, la inefable sensación de que bajo los pies no hay tierra firme. Como consecuencia, la población se echó a la calle, muchos en bata y pijama y sin llaves.
Las centralitas telefónicas de los servicios vinculados a Protección Civil se colapsaron en varias ciudades y centenares de personas tuvieron que ser atendidas en centros médicos de crisis nerviosas, por ansiedad y, en algún caso, de. crisis cardiacas. Dos o tres sufrieron lesiones de carácter leve que se ocasionaron al intentar abandonar precipitadamente sus casas.
También en otras ciudades, particularmente. en Santiago y Lugo, el terremoto generó, sobre el miedo, un ambiente de romería nocturna. A los gritos de "¡terremoto, terremoto!", proferidos con tono jocoso desde terrazas y balcones por la población estudiantil compostelana, sucedió en esta ciudad una noche plena de bullicio, igual que en Lugo, donde incluso se improvisó un festival de, gaiteiros en la calle.
"Esto está temblando", anunció el periodista Xosé Luis Portela, con incredulidad, desde los micrófonos de la Radio Galega, que a partir de ese momento cubrió en directo toda la noche la repercusión del seísmo. La emisora contabilizó unas 10.000 llamadas de oyentes para contar su vivencia del terremoto.
La Xunta constató la ausencia de daños en las infrastructuras viarias e hidráulicas de la comunidad y, para evitar reacciones incontroladas si se repiten los temblores, difundió unas recomendaciones en "un documentiño", según lo denominó el presidente Manuel Fraga, quien admitió que él mismo había temido que se le cayera encima el crucifijo del cabecero de su cama.
El seísmo traspasó las fronteras gallegas y se notó en otras provincias: llegó a ser percibido en Madrid e incluso en algunas provincias de la comunidad andaluza. En Santander, decenas de personas llamaron a Protección Civil solicitando información, informa Jesús Delgado. En Segovia se produjeron también numerosas llamadas a los servicios de emergencia, informa Aurelio Martín. También en Guadalajara, Ciudad Real y Toledo, especialmente en la localidad de Talavera de la Reina, se notó el movimiento, informa Isabel Salvador.
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