"Me gusta sentirme extranjero, pero no tanto"
José Sanchis Sinisterra (Valencia, 1940) se va de Cataluña. El dramaturgo y director teatral ha decidido marcharse a vivir a Madrid y reducir al mínimo sus compromisos en Barcelona: deja la gestión de la sala Beckett (aunque, afirma, seguirá colaborando en sus actividades) y la mayoría de las clases que impartía. En la decisión de Sanchis Sinisterra, según explica él mismo en esta entrevista, pesan varios factores: una necesidad vital de cambio, el fracaso hasta cierto punto del proyecto de la Beckett, la sensación de que el teatro catalán se enfrenta a una inminente situación de colapso a causa del desequilibrio que crearán las grandes infraestructuras en construcción (Liceo, Teatre Nacional de Catalunya, Ciutat del Teatre). Y, last but not least, algo que le resulta especialmente doloroso en estos momentos en que ve cómo se estrenan sus obras en toda Europa: la falta de proyección en Cataluña de su trabajo como dramaturgo y director. "Se da la circunstancia de que aquí no puedo trabajar en el idioma en que escribo, en castellano; no se me encargan obras. Pero es que tampoco se me traduce ni recibo ofertas para dirigir. Me pregunto qué sentido tiene que mi proyección como autor y director se produzca fuera del medio en que trabajo. Ya me gusta sentirme extranjero, pero no tanto"."Me instalaré en Madrid ya al empezar el próximo curso", dice Sanchis. "Quiero desatar lazos con Barcelona; desatar, no romper. La verdad, me hace gracia irme a Madrid. Voy un poco en el vacío, sin ninguna propuesta de trabajo. Me gusta ese volver a empezar desde una condición provisional, precaria. En Madrid podré escribir más e investigar. Tengo 57 años, se cumplen 25 años de mi llegada a Cataluña. Un ciclo. Yo lo de echar raíces lo dejo para los vegetales".
Presencia internacional
La decisión de Sanchis de irse de Cataluña coincide con un momento de fuerte presencia de su teatro en los escenarios internacionales. Este mismo miércoles Le Monde publicaba a toda pastilla la crítica de Le siége de Leningrad, el montaje que Dominique Poulange ha hecho de su obra en el Théátre National de la Colline. Una crítica muy positiva con frases como "la historia de nuestro siglo no tiene secretos para el autor, y el teatro tampoco". Sanchis sonríe. "Bueno, parece que hay una moda sinisteggá, en Francia. En serio, he notado en París una gran sensibilidad por El cerco de Leningrado, por la dimensión política de la obra. Yo esperaba que en España provocaría debate, incomodidad, pero aquí no paso nada, no trascendió de lo puramente teatral. La sociedad francesa no está tan despolitizada en sentido profundo como la española; aquí la política se ha convertido en una pelea de gallos".Sanchis considera que aunque en España se le conoce bastante, "el hecho de estar en Cataluña, donde no se me puede montar, y no moverme en el medio madrileño, hace que, paradójicamente, se pongan en escena menos obras mías en España que otras partes. No poder trabajar en castellano es uno de los factores que me impulsa a marcharme de Cataluña. Me pregunto qué sentido tiene que tenga que ejercer mi proyección como director y autor fuera del medio en que trabajo. La desvinculación entre mi trabajo creativo y el medio en que vivo afecta a mi productividad. Desde que estoy aquí, en Barcelona, no he recibido ni una sóla propuesta de dirección, ninguna demanda de texto".
Sanchis ha acabado de escribir una nueva obra: "El lector por horas. Muy diferente a todo lo anterior: renuncio al humor y no hablo de política. Trata sobre la literatura, sobre los poderes de la literatura".
Babelia
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