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Tribuna
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Respuesta en nombre de la institución

Al elegir la Academia a Juan Luis Cebrián ha elegido por supuesto a un periodista, pero también, y sobre todo, a un hombre de la comunicación. El paulatino, crecimiento que, a través de la historia, han experimentado los medios de comunicación se debe a la necesidad natural que sentimos los humanos de saber unos de otros, así como de intercambiar pensamientos, aspiraciones y sentimientos. En el pasado, los relatos orales verídicos o legendarios transmitidos por los bardos y juglares desempeñaron una incipiente función informativa. La imprenta multiplicó las posibilidades de tal función y facilitó el contacto entre las gentes. Recordemos las gacetas que se difundieron a partir de los siglos XVI y XVII, convertidas ya en prensa diaria en el XVIII, en ese siglo razonador que, por serlo, fue crítico, y añadió a la noticia la opinión que suscitaba. La información fue haciéndose, poco a poco, no sólo saber, sino formación de juicio, contraste de ideas, franca disidencia a veces, contacto horizontal entre los informados, que en eso consiste la comunicación. ( ... )El verbo, la palabra, es el principio, lo primero en toda comunicación. Y esto hacía imprescindible la presencia en esta casa de una persona directamente vinculada a la tarea de informar y comunicar; de un periodista de historial acreditado y también de un responsable de que estas tareas se realicen de un modo idiomáticamente satisfactorio. ( ... ).

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Memoria sobre algunos ejemplos para la transición política en la obra de don Gaspar Melchor de Jovellanos

El criterio al que se atuvo la Academia en la elección del pasado 19 de diciembre está muy claro: dar preferencia a la más dinámica de las formas de periodismo; es decir, a la que desarrolla el periodista que decide a diario el contenido de la portada de su periódico ( ... ). Y si desde la transición se han producido en España dos o tres fenómenos periodísticos, uno de ellos es, sin duda, el representado por la aparición y espectacular arraigo social del diario EL PAÍS.

Que a nadie le sorprenda que Juan Luis Cebrián haya elegido a Jovellanos como protagonista de su discurso. ( ... )

Jovellanos fue, en cualquier caso, uno de los primeros intelectuales españoles en el sentido que hoy damos a la palabra intelectual. Baltasar Gracián, por ejemplo, más que un intelectual, era un pensador que refería sus reflexiones a un mundo en cierto modo inmutable. Jovellanos, no. Jovellanos se refiere siempre a lo concreto, a los problemas suscitados por el progreso material y espiritual de España en una época terriblemente contradictoria. ( ... ) El drama de Jovellanos, como el de tantos intelectuales ilustrados de la época, fue el de tener que rechazar a la vez las bayonetas napoleónicas y el espíritu retrógrado forjado en los desastres de la contrarreforma que, como reacción a las noticias que llegaban de Francia, parecía cobrar nuevas energías. Un espíritu, en efecto, sólo dormido, que terminaría triunfando y deparando a España un siglo XIX verdaderamente esperpéntico, el más triste de su historia. ( ... )

(Extracto del discurso de contestación de Luis Goytisolo).

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