_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

VueIos libres

DESDE EL 1 de abril han quedado abiertos a la competencia entre las compañías de la Unión Europea todos, los trayectos. internos o vuelos nacionales de los países miembros. Culmina así el proceso de desregulación del tráfico aéreo en la UE, iniciado hace años tanto por coherencia con la regionalización de los mercados europeos, como en respuesta a la competencia de las compañías norteamericanas.Es probable que este último paso no tenga efectos espectaculares a corto plazo. Por un lado, son pocos los trayectos en vuelos nacionales suficientemente atractivos para captar el interés de las grandes campañas. Aquellos que lo son, como el Madrid-Barcelona en nuestro país, cuentan ya, desde la irrupción de pequeñas compañías privadas nacionales, con una fuerte cobertura. Por otro, la saturación de muchos aeropuertos hace muy difícil la concesión de nuevos slots (permisos de aterrizaje) en horarios de gran frecuencia de vuelos. Esto no quiere decir que algunas nuevas compañías privadas, pequeñas y con estructuras de bajo coste, no vayan a encontrar algunos trayectos con porvenir. O que no puedan cambiar las tendencias de la demanda.

La plena liberalización del tráfico aéreo en la Unión Europea es, con todo, uno de los mejores ejemplos de cómo el aumento de la competencia en un sector puede repercutir amplia y favorablemente sobre los consumidores. La caída de las tarifas ha sido espectacular en la mayor parte de los trayectos, y las compañías nacionales, estatales o privatizadas, han tenido que acometer ingentes esfuerzos de racionalización y saneamiento para enfrentarse a la nueva situación.

Este proceso aún está lejos de concluir -dos tercios del total de vuelos europeos siguen contando con una sola línea- y es de esperar que, sobre todo en las tarifas no turísticas, la agudización de la competencia produzca sustanciales reducciones de precios. Las ventajas para el cliente son manifiestas. Y para las grandes compañías han sido un catalizador para una reestructuración que era de todas formas imprescindible y una política de alianzas y fusiones que aún no ha concluido y que habrá de cristalizar en un nuevo mapa del sector. Quienes intentaron en su día resistirse a la liberalización o simplemente ignorarla han tenido que ceder ante la evidencia de que en esta nueva era para el tráfico aéreo, como para tantos otros sectores de la industria y los servicios, hay un juez inapelable que es el consumidor.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_