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Columna
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Desaguisado en Zafra

El alcalde de la localidad pacense ha cambiado las bases del premio Dulce Chacón y ha suprimido el voto de los vecinos

La escritora Dulce Chacón, en septiembre de 2002.
La escritora Dulce Chacón, en septiembre de 2002.Luis Magán

De Zafra era Dulce Chacón, a quien una grave enfermedad impidió llegar a los 50. Muchos lectores la recordarán sobre todo por La voz dormida; los cinéfilos, además, por la película que se rodó a partir de dicha novela. A fin de fomentar su memoria vinculada a valores cívicos por ella defendidos, dignidad, justicia y solidaridad (ninguno que induzca a atracar bancos), se instituyó con cargo a las arcas municipales, en 2004, el premio Dulce Chacón. El cual ha funcionado sin trabas por espacio de dos décadas, proporcionando a Zafra prestigio cultural. Alguna vez la llegada de un nuevo gobierno municipal propició el cambio en la presidencia del jurado. Estas cosas ocurren. No obstante, las bases del premio permanecieron intactas. Presentan una peculiaridad. Y es que los vecinos participan en las deliberaciones del fallo con un voto propio, loable manera de incentivar la lectura. Formé parte del jurado en una ocasión. Premiamos a Rafael Chirbes, por quien también se decantó el voto popular. El alcalde actual milita en un partido que se dice asimismo popular. Ha resuelto modificar la normativa. Dice que “el premio no es de ellos”. ¿De la familia Chacón? ¿De la oposición de izquierdas? Tampoco, al parecer, de los zafrenses (o churretines), puesto que ha decretado la supresión de su voto. Prefiere expertos de la región. De paso manda borrar la mención de los valores sin los cuales no es posible entender la figura de quien da nombre al premio. Cree que hay que “primar el valor literario” en la selección de las obras. Landero, Martínez de Pisón, Javier Marías, Cristina Fernández Cubas y tantos otros ganadores, ¿no tienen entidad literaria? A la vista de la alcaldada, hasta la Junta de Extremadura se ha distanciado del regidor. Recuerdo las buenas gentes que conocí en Zafra cada vez que visité el lugar, su hospitalidad, su llaneza, el noble orgullo de acoger cada año a un autor de renombre. Qué triste es todo.

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