Rushdie y Soyinka reclaman más ciudades refugio para los escritores perseguidos
El Parlamento de Escritores lanza en Estrasburgo un mensaje de solidaridad
El Parlamento Internacional de Escritores (PIE), creado en 1993 al calor del caso Rushdie, ha logrado establecer una red de ciudades refugio para intelectuales perseguidos. Las ciudades ya son 24, y funcionan. Barcelona, por ejemplo, acogerá desde la semana próxima a Bashkim Shehu, un escritor albanés cuya vida corría peligro en Tirana. Quince autores de países como Argelia, Irán o Uzbekistán están ya alojados en ciudades como Berlín, Gotemburgo o Helsinki. "Por una vez, los escritores no queremos ser juzgados por nuestras palabras, sino por nuestros hechos", afirmó ayer Salman Rushdie, presidente del PIE, durante la reunión de la organización en la ciudad francesa de Estrasburgo, a la que también asistió el Premio Nobel nigeriano Wole Soyinka.
ENVIADO ESPECIAL"Asesinar a un escritor es barato y efectivo. Sé de algún caso en que el sicario cobró el precio de un paquete de cigarrillos. Matar a uno consigue atemorizar a los otros e impone el silencio, el objetivo de toda tiranía", explicó Salman Rushdie, cuya vida sigue amenazada por la fatwa lanzada contra él hace ocho años por las autoridades religiosas iraníes. Sé mostró partidario de una libertad de expresión absoluta, incluso a extremistas como el político francés de la ultraderecha Jean Marie Le Pen."Al esforzarnos por salvar a escritores, o por permitirles escribir y publicar, lo hacemos porque son representantes de una cultura determinada. Si no, carecería de sentido distinguirlos de cualquier otra persona amenazada", señaló a su vez Christian Salmon, secretario general del Parlamento Internacional de Escritores.
Autores como el italiano Antonio Tabucchi; el Nobel nigeriano Wole Soyinka -acusado de traición el 12 de marzo en Nigeria, de donde tuvo que huir para exiliarse en Estados Unidos hace tres años por su oposición al régimen militar que dirige su país desde 1993-; el español Javier Marías; el argentino Ernesto Sábato; el alemán Günter Grass y el portugués José Saramago forman parte del consejo del Parlamento Internacional de Escritores, que lanzó hace dos años la idea de las ciudades refugio.
En la reunión de este año, Barcelona disfruta de un cierto protagonismo. La alcaldía barcelonesa ha puesto en marcha un Observatorio Internacional de la Libertad de Creación para detectar a creadores perseguidos o sometidos al silencio por la fuerza.
Piso y beca
"Una vez establecidos los refugios, nos hace falta tener el máximo de información sobre autores en peligro. No todos son conocidos ni pueden pedir auxilio. Por eso estamos formando una red de informadores por todo el mundo. Se trata de conocer los casos más urgentes, y también de evitar que se aproveche de esta red de solidaridad gente que no reúna las cualificaciones necesarias", dijo Gil González-Foerster, responsable del observatorio. El centro de información barcelonés es hijo de tres instituciones: el ayuntamiento de la ciudad, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y el PIE.El mecanismo de las ciudades refugio es relativamente simple. Las ciudades que se suman a la iniciativa deben comprometerse a ofrecer, durante un año, un piso amueblado y una beca que oscila entre las 150.000 y las 250.000 pesetas mensuales (según el refugiado tenga o no familia) durante un año. La beca se entrega al IPE, que a su vez la hace llegar al escritor, para evitar que el escritor se sienta demasiado "dependiente" de las autoridades locales. También se quiere evitar que se repita el llamado "caso de Valladolid": la ciudad castellana, tras adherirse a la red, recibió a una escritora argelina que, una vez cumplido el año de residencia, negoció con el ayuntamiento una continuación de la beca. "De esta forma, Valladolid adoptó a su escritora, cosa que está muy bien para ella, pero que priva de una plaza a alguien que puede necesitarla con más urgencia", explicó Christian Salmon.
Situación traumática
El IPE no ha decidido por el momento si Valladolid sigue en la red o queda al margen. Otra ciudad española, Santiago de Compostela, estudia sumarse a la iniciativa. "No se trata de adoptar un escritor como quien adopta un cachorrillo", comentó el escritor nigeriano Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura, que prefirió no hablar de las amenazas proferidas contra él por la junta militar nigeriana "para evitar personalismos"."El refugiado no suele ser cómodo ni complaciente, sino más bien al contrario; su situación siempre es traumática", dijo Salmon. El objetivo es permitirle la mayor integración posible en la ciudad, pero sin privarle de tiempo para trabajar. "No está ni para que le expongan como un objeto decorativo, ni para que le dejen olvidado en su residencia temporal", explicó Juan González-Posada, de la Universidad deValladolid.Lo que nadie en el IPE tiene muy claro es lo que debe hacerse tras el periodo de un año, que excepcionalmente puede prorrogarse por otros 12 meses. "Algunos tienen la opción de regresar a su país, si la situación allí ha mejorado. Pero ese no suele ser el caso. Una solución", comentó Christian Salmon, "es que el refugiado se arraigue en su nueva comunidad. En Estrasburgo se ha conseguido empleo en una biblioteca para un escritor bosnio. En general, esa fase posterior escapa a nuestras manos. Tampoco sabemos si es apropiado dar mucha publicidad a nuestras actuaciones, porque aunque las campanas de prensa pueden salvar vidas, también pueden poner otras en peligro".
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