Bravos 'victorinos'

Si anteayer la emoción la puso Alberto Ramírez, ayer fueron los victorinos quienes pusieron la chispa. Toros bien presentados y bravos; hasta se les dio a dos de ellos la vuelta al ruedo. Lo cierto es que sus matadores tuvieron que andar ligeros de piernas. Es el caso de Pepín Liria. El que cerraba plaza le dio un puntazo corrido sobre la rodilla izquierda de alrededor de 10 centímetros. Por suerte fue limpio y se le atendió en la enfermería del coso.Liria, con el más listo del encierro, estuvo buscando la manera de hacer faena, pero el cárdeno buscón aprendió rápido y los ayes en los tendidos presagiaban la voltereta. Con su anterior, Pepín se quería parar, pero el que no paraba era el encastado burel, con lo que hizo cantidad de gemelos.

Claro que para piernas las que tuvo que hacer El Tato con el segundo de la tarde, de nombre Bárbaro, y que hizo honor porque más movilidad imposible. Aun así, mató de media certera y el público, por el valor que le echó, pidió las dos orejas, que el presidente concedió. Con el segundo de su lote, El Tato se encontró con el flojeras del encierro. Eso tuvo una ventaja; que podía haber toreado más reposado, pero siguió perdiendo pasos, muletazo, a recomponer y vuelta a empezar.

Luis Francisco Esplá lidió como siempre, con pundonor, variedad y soberbio con los rehiletes. Su primero le olió mucho las zapatillas, así que Esplá, que de estos toritos sabe mucho, se echó a matar pero falló a espadas. Y con el cuarto nadie se aburrió, porque un toro que no se cae y al que su lidiador deja en los medios, es inaudito, tanto como que tome tres varas. Lástima que después a Esplá, tras una faena vistosa, los aceros le volvieran a privar de trofeos. Se llevó una ovación y el agradecimiento de un público que se acordará de su honradez y de un picador llamado Jaime Ruiz Soro.