La coalición CiU cierra en falso su crisis después de que Duran le gane el pulso a Pujol
Convergència i Unió cerró en falso anoche la última crisis que ha zarandeado los cimientos de la coalición nacionalista catalana. El presidente de Convergéncia y del Gobierno de la Generalitat, Jordi Pujol, rectificó desde Guatemala el severo tono de la amonestación que la víspera había hecho al líder de Unió, Josep Antoni Duran. Una vez ganado el pulso, la dirección del partido democristiano dio por terminado el enfrentamiento, no sin antes emitir un durísimo comunicado deplorando "la gravedad, la precipitación, la injusticia y la falsedad" de las acusaciones lanzadas durante los últimos días por Pujol y otros dirigentes convergentes contra Unió.
Aparentemente preocupado por las consecuencias que para la estabilidad del Gobierno catalán podía tener el conflicto con Unió, cuyos dirigentes interpretaban la bronca de Pujol como una invitación a la ruptura de la coalición, el presidente catalán negó ayer que de su amonestación de la víspera pudiera deducirse tal cosa. Pujol ensalzó el papel de Unió y subrayó que él siempre ha defendido el carácter "positivo y decisivo" de la alianza con los democristianos. "No tendría ninguna lógica que yo hiciera una invitación a la ruptura de la coalición, y no la he hecho", declaró.Pujol hizo esta declaración poco antes de la medianoche, cuando la dirección de Unió permanecía reunida en Barcelona cerrando filas en tomo a Duran y en señal de rechazo a la acusación de deslealtad y a la advertencia contra una ruptura de la corresponsabilidad gubernamental que Pujol había hecho el día anterior. Hasta que los democristianos no tuvieron conocimiento de las últimas palabras del líder convergente, no levantaron la reunión y dieron por terminada, al menos formalmente, la crisis.
Contacto telefónico
No era aquella, sin embargo, la, primera declaración del día de Pujol al respecto. Pocas horas antes, el líder de Convergència se había limitado a leer una lacónica declaración de 10 segundos en la que daba por zanjado el episodio. Pero estas palabras no satisficieron en absoluto, las espectativas de Unió, de modo que Pujol hubo de salir de nuevo a la palestra desde Guatemala rebajando explícitamente el tono de su bronca de la víspera.Pujol estuvo ayer en permanente contacto telefónico con el consejero Xavier Trias, quien desde Barcelona le iba informando sobre la postura de Unió. Trias recomendó a Pujol que obrase con suma prudencia.
Los democristianos se habían declarado dispuestos a lo largo del día a dar por zanjado el enfrentamiento, pero no al precio de admitir las culpas que les atribuía Convergéncia ni, mucho menos, de admitir el apercibimiento de Pujol. Y así fue. Aguantaron el pulso hasta que Pujol aflojó su brazo. Y aún así, emitieron un contundente comunicado en el que tachaban de "injustas" las acusaciones de tibieza en el terreno lingüístico y de "falsos" los reproches de falta de corresponsabilidad en las decisiones del Gobierno de la Generalitat. Y devolvían el cachete a Pujol lamentando "la gravedad y la precipitación" de la amonestación del presidente catalán.
El comunicado terminaba haciendo votos por "mejorar el diálogo en el seno de la coalición para evitar polémicas innecesarias que echan a perder la confianza de los ciudadanos en la política" y reafirmando la voluntad de Unió de fortalecer CiU.
Horas antes, por la mañana, el secretario general de Convergència, Pere Esteve, había apaludido la bronca despachada la víspera por Pujol al tiempo que declinaba pronucniarse sobre qué viabilidad de futuro tiene CiU después de esta virulenta crisis. Dirigentes de ambos partidos sí coincidieron en algo a lo largo de la jornada: "Esta vez, la disputa ha ido demasiado lejos".
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