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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sadismo y dolor de infancia

Hay dos grandes hombres ingleses no conocidos en España. Uno es A. E. Housman, que escribió A Shropshire lad (Un muchacho de Shropshire) en 1896. Un poeta rural, profundo, triste. Fue, además de poeta, historiador, catedrático. En esa colección de poemas figuran algunas frases de nostalgia y pérdida: "La tierra de la alegría perdida" y "blue remembered hills", el azul recuerdo de las colinas o, como dice acertadamente la traductora "aquellas colinas azules". El segundo de los dos grandes hombres, Dennis Potter, escribió esta ilustración del poema para la televisión, y la rodó el director Brian Gibson en 1979. Los niños de esa comarca inglesa fueron a morir en la Primera Guerra Mundial: muchos, en Flandes. El poema de Housman tuvo, de pronto, un valor mucho más doloroso que el que él mismo había puesto en sus versos. Murió antes de la Segunda Guerra Mundial: en 1936.Un año antes nació Dennis Potter, que murió en 1994. Fue, en los mismos lugares, niño de la Segunda Guerra Mundial, en la que ya morían los jóvenes del campo inglés cuando él jugaba. Ha sido un gran escritor, especialmente reconocido en Inglaterra por sus guiones dramáticos. Uno de ellos, inspirado por el breve verso de Housman, es éste que vemos ahora en el teatro Lara en forma de teatro. Una obra trágica, que termina en muerte y angustia. La vida de Potter fue enormemente dura. Una enfermedad hereditaria (una psoriasis en la piel y las articulaciones) le tuvo aprisionado en los dolores; se volvió duro, irritable, alcohólico. Apenas salía de su casa. Se le curvaban hacia dentro los dedos de la mano: a veces, se le rompía la pluma con la que estaba escribiendo. Su biógrafo, W. Stephen Gilbert, le define así: "Un proveedor de Malos sueños, sexo doloroso, seres ajenos, presencias emblemáticas, infancia arruinada".

Aquellas colinas azules

De Dennis Potter, 1979. Traducción: Harry V. Powers. Intérpretes: Boda Elgea, José Luis Patiño y Pedro Miguel Martínez. Música: Gonzalo Alonso. Dramaturgia: Ronald Brouswer. Escenografía y vestuario: Ana Llorente. Dirección: Pilar Massa.Teatro Lara, Madrid.

Cuento todo esto para ayudar a quienes vayan a ver la obra -conviene hacerlo- a comprender lo que pasa. Si no, caerán en la fácil trampa de la comicidad. Potter decidió que los actores que interpretaran esta obra fuesen adultos, para que perdiésemos la idea de la "transparencia inocente" de la infancia: para que entrásemos en la crueldad de los juegos, en la agresividad" en los odios de unos contra otros. "Sus aparentes simplicidades", decía, "hacen opacas las verdaderas ansiedades y agresiones de las que tratamos de huir colocando mal nuestra nostalgia por aquellas "recordadas colinas azules" del doliente verso de Housman".

No es fácil, espectadores en el viejo y querido local de la Corredera, tomar de pronto toda la personalidad cultural que hay que tener para comprender la obra. Los actores que hacen de niños se anñan; no dejan salir su condición psicológica interior, y generalmente dan risa. Lo hacen muy bien, pero hacen, otra cosa. No sé si la traducción en sí, o la dirección de Pilar Massa, o algún, imponderable, lo evitan. No es que Pilar Massa lo ignore: en su nota al programa se habla ya de que, es "inocentemente cruel", y, con el espíritu die Dennis Potter, se dice que es una historia "sobrecoge, dora, terrible, única, sensible, tierna, hiriente, fantástica, aterradora, imprevisible". El exceso de adjetivos describe la obra más que su representación.

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