La modestia como virtud

¿Cómo contar cinematográficamente los años 60? A esta pregunta han estado respondiendo la mayor parte de los cineastas estadounidenses que, formados o activos en la mal llamada "década prodigiosa", han intentado dar cuenta de ella, muchas veces para encontrar las claves de su propia historia.Grace of my Heart es una biografía imaginaria, la de una compositora y cantante de buena familia, encantadoramente fea (una actriz extraordinaria, un nombre a retener: Illeana Douglas) desarmantemente buena aunque no por ello menos férrea y constante a la hora de avanzar por el camino de la música. Personaje-lazarillo, completamente inventado pero al mismo tiempo especialmente útil para, a partir de su periplo artístico, repasar toda la música popular americana desde 1985 hasta 1971, que es el arco temporal que el filme abarca, esa Denise Waverly no vive sólo de y para la música, sino que se relaciona, de una u otra forma, con maneras de vivir.

El acierto de Allison Anders a la hora de abordar esa biografía consiste sobre todo en una ostensible modestia. Lejos de estridencias, con un enorme respeto por la intimidad de su personaje; Anders se adentra en la vida de su criatura, rehuyendo el formato gran espectáculo musical: de hecho, tratándose de una compositora, estamos casi todo el tiempo en cerrados "estudios de grabación, en emisoras de radio; raramente ante el público. Y ese tono de comedimiento es también el que sirve para dar cuenta de las vicisitudes personales de la Waverly, menos personaje que espejo, menos estrella que ser humano.

Grace of my Heart es también una inteligente propuesta abierta, en la que se invita al público a identificar, en los falsos grupos que propone, en las canciones especialmente compuestas para el filme, aquellos que le sirven de inspiración, homenaje o irónica revisitación.