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Los militares imponen a la presidenta temporal Arteaga que acepte su relevo por el Parlamento

Juan Jesús Aznárez

Los militares ecuatorianos han vuelto a resultar decisivos. Tras una reunión urgente con los jefes de las tres armas, la presidenta temporal, Rosalía Arteaga, ha decidido no poner trabas a la salida negociada de la crisis de los tres presidentes. Según informó esta madrugada su portavoz, Faustino Jaramillo, la presidenta "acatará aunque no esté de acuerdo" la decisión que hoy adopte el Parlamento del país. Éste se dispone a elegir a Fabián Alarcón jefe de Estado hasta la convocatoria de nuevas elecciones y devolver a Arteaga la vicepresidencia. Los comicios se celebrarán antes de julio de 1998.

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, Descabalgado el farandulero Abdalá Bucaram, y cuando la crisis de los tres presidentes parecía resuelta, la presidenta temporal de Ecuador, Rosalía Arteaga, volvió a colocar el país en vilo y a resucitar la atmósfera de crisis. Arteaga invocó las leyes ecuatorianas para resistirse a aceptar que el Congreso nombre hoy al presidente interino encargado de sustituirla. Su tozuda resistencia sublevó a la oposición que anteriormente había destituido a Bucaram por enajenación mental.La batalla, donde la legalidad se invocó a capricho, salpicó ayer a Rosalía Arteaga, a quien sus adversarios imputaron dobleces y ambición desmedida. En algunos despachos del Congreso se instaba a la movilización popular para obligarla al relevo. El abogado Fabián Alarcón la acusó de haber incumplido el pacto de caballeros suscrito en la madrugada del sábado. Arteaga sostenía que el Legislativo, cuya resolución aceptó sin reparos para llegar a la presidencia, no está capacitado legalmente para nombrar presidentes. Además, agregó, antes de la designación del interino deberán acometerse las reformas legales necesarias para llenar el vacío legal observado en la Constitución sobre la sucesión del presidente en caso de fuerza mayor. "SI el Congreso no pudiera nombrar al presidente interino, ¿cómo podría haber asumido el interinazgo Rosalía Artega?", se preguntó el diputado socialcristiano Marcos Flores.

Su ministro del Interior lo resumió a primera hora del día sin rodeos: la presidenta "no abandonará el poder en favor del jefe de Estado interino" a menos que se modifique la Constitución.

El envite legal de Arteaga perdió toda su fuerza cuando se topó con los jefes militares. En una reunión de urgencia, de la que no ha trascendido su contendio, los jefes de las tres armas, la indicaron la necesidad de no poner trabas a la decisión del Congreso. El hecho de que las Fuerzas Armadas no apoyen su continuidad ha sido la clave. Sin fuerza parlamentaria y sin uniformes detrás, Arteaga no tiene futuro. El único es subirse rauda al carro vencedor desde la posición que ya tenía: la de vicepresidenta. Pese a ello, se resiste a aceptar la realidad. Esta madrugada, invovando palabras similares de Bucaram, dijo que la solución adoptada representa de hecho una dictadura del Congreso.

El problema ya se vio venir en su toma de posesión. Los diputados opositores clamaron al cielo cuando escucharon a Arteaga hablar, sobre las relaciones comerciales con Colombia, de la negociación territorial con Perú y de mejorar la economía, cuando daban por sentado de que su administración sería cosa de pocos días. El amotinamiento fue definitivo cuando la mujer que fuera vicepresidenta de Abdalá Bucaram y le riera las gracias, nombró a un ministro de Gobierno, apalabró otras carteras y aduló empalagosamente a las Fuerzas Armadas, cuyo discreto desempeño en la crisis aplauden los ecuatorianos.

Desconociéndose los justos términos del compromiso verbal entre Rosalía Arteaga, Fabián Alarcón y las Fuerzas Armadas, la única referencia escrita al respecto es el acuerdo del Congreso del sábado, aceptado por todos para evitar el derramamiento de sangre. En su artículo segundo dice: "Encargar la presidencia de la República en forma temporal a la doctora Rosalía Arteaga Serrano, vicepresidenta constitucional, por el tiempo limitado, estrictamente necesario e indispensable hasta que el Congreso designe presidente constitucional interino de la República". No se precisan plazos. Fabián Alarcón, frustrado por la reacción inicial de Arteaga, admitió lo penoso del momento: "Todos creíamos que estaba solucionado el problema".

El ex presidente León Febres Cordero fue el más violento. Propuso "sacarla de la oreja".

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