La "crisis de los misiles" el Mediterráneo
Nuevos intentos para desactivar la tensión greco-turca en Chipre
Tres barcos de la Marina turca despachados la semana pasada al norte de Chipre zarparon ayer de retorno a su base, en el mar de Mármara, tras dar con su presencia un simbólico mensaje de solidaridad a los turcochipriotas, atemorizados por la carrera armamentista emprendida por el Gobierno grecochipriota de Nicosia."Nuestra misión ha sido cumplida", declaró el almirante Aydin Gurul, comandante de la flotilla capitaneada por la fragata Fatih, poco antes de abandonar el puerto de Famagusta en medio de expresiones de gratitud del Gobierno de Rauf Denktash, el líder de la internacionalmente ignorada República Turca del Norte de Chipre (RTNC). "Turquía nos ha traído seguridad", afirmó un residente turcochipriota que, como centenares de habitantes de Famagusta y gran parte del Gabinete de Denktash, acudió emocionado a despedir a los turcos.
La partida de la flotilla al término de su "misión de paz" coincidió con el anuncio de la inminente llegada a Nicosia de Han Sunj-ju, el mediador surcoreano de las Naciones Unidas que proyecta organizar el primer encuentro cara a cara entre los líderes de la isla, dividida desde la invasión turca de 1974.
Pero ambos acontecimientos inspiran poco optimismo. Turquía mantiene su amenaza de destruir con sus bombarderos, si fuera necesario, todo intento del Gobierno grecochipriota de Glafcos Clerides de instalar misiles antiaéreos en la zona griega, presumiblemente en consonancia con la ampliación de una base aérea en Paphos que estaría al servicio de Grecia. Consciente de lo delicado de la situación, Clerides se embarcará en los próximos días en un viaje por varias capitales europeas para explicar que los misiles son esencialmente defensivos y que la reacción turca ha sido "una provocación" y una medida desproporcionada diseñada para agitar el ambiente y torpedear los intentos chipriotas de ingresar en la Unión Europea.
Esta nueva crisis de los misiles, que ha provocado las peores tensiones entre Grecia y Turquía en 23 años, ha impulsado a Atenas y Ankara a sopesar seriamente los riesgos de una guerra en Chipre que, aparte de consecuencias desastrosas para la isla, tendría profundas repercusiones políticas en el seno de la OTAN (Grecia y Turquía son miembros de la Alianza) y supondría un devastador golpe a las aspiraciones chipriotas de ingresar en la UE. "Ninguno de los dos quiere un conflicto, pero' todo es posible dado el alto grado de desconfianza y la volatilidad del ambiente en Chipre, Atenas y Ankara", comentó ayer un veterano diplomático occidental con base en Nicosia.
La crisis estalló hace dos semanas, poco después de conocerse la noticia de que los grecochipriotas habían decidido el mes pasado comprar misiles rusos S-300 por un valor de 600 millones de dólares (unos 82.000 millones de pesetas). Aunque los misiles (similares en función a los Patriot norteamericanos y conocidos en la jerga de la OTAN como sistema Grumble) difícilmente podrían llegar a la isla antes de la primavera de 1998, la idea de que los grecochipriotas estarán en condiciones de disparar cohetes capaces de golpear objetivos dentro de Turquía (su alcance es de 150 kilómetros) ha causado gran alarma en Ankara.
El Gobierno turco ha declarado en reiteradas ocasiones que no dudará en "golpear" las bases chipriotas, una declaración que mantiene en guardia a Grecia, el Estado mentor del Gobierno de Clerides. Tansu Çiller, la ministra de Exteriores turca, despejó toda duda acerca de las intenciones de Ankara afirmando hace días que "estos misiles definitivamente no serán instalados en Chipre".
El Gobierno grecochipriota, reconocido internacionalmente como la única autoridad de la isla, se ha embarcado en los últimos años en una ambiciosa carrera armamentista sin proporción alguna con los requerimientos estratégicos ni compatible con las posibilidades económicas de la isla. La transacción acordada con los rusos ilustra, por otra parte, el evidentemente exitoso afán de Moscú por obtener divisas y comenzar a competir en el mercado militar del Mediterráneo.
Algunos analistas militares sostienen que el plan para instalar los misiles en la zona turca no responde exclusivamente al declarado objetivo grecochipriota deponer coto a las periódicas incursiones turcas en su espacio aéreo. "Los griegos quieren desviar la atención de los estrategas de Turquía hacia Chipre para mantenerla así alejada del mar Egeo", asegura un analistas recordando que la disputa sobre los desolados islotes de Imia el año pasado representa un peligro real de choque directo entre Grecia y Turquía.
En Famagusta y Ankara, y en menor grado en la propia Nicosia, entretanto, existe la impresión de que Clerides y, por ende, Grecia parecen haber subestimado la reacción turca al planeado desplazamiento de los misiles. "Si los grecochipriotas pensaban que los turcos iban a restarle importancia a un proyecto que debe materializarse dentro de 16 meses, entonces cometieron un grave error de,cálculo", dijo un diplomático occidental con amplia experiencia en el conflicto de Chipre. "La respuesta, en forma de barcos de guerra en la costa del norte de Chipre, va a obligarles a revisar su estrategia, incluso quizá a dar marcha atrás en sus planes", agregó.
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