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Francisco Ayala considera que la liberación de la mujer es el gran fenómeno de este siglo

Un gran homenaje al escritor se celebra hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

Andrés Fernández Rubio

La Zapatera era una figura extravagante, "callejeaba mucho, entraba ¡y sola! en los cafés y restaurantes". Era una mujer independiente, también en cuanto a sus medios económicos, "y la desaprobación social, apenas refrenada, tenía que desahogarse mediante burlas más o menos sangrientas". Francisco Ayala supo que en 1936, durante los primeros días de la sublevación, fusilaron a La Zapatera. Es un recuerdo significativo que Ayala recoge en el libro de ensayos En qué mundo vivimos, recién publicado. Para el escritor y académico, que hoy recibe un homenaje en Madrid (a las 20.00 en el Círculo de Bellas Artes), la liberación de la mujer es uno de los grandes fenómenos de este siglo.

La anécdota de La Zapatera sucedió en Granada, donde nació Ayala hace 90 años y ciudad en la que los horrores de la guerra civil "hallaron escenario privilegiado". En Francisco Ayala, uno de los narradores a los que Ortega apoyó desde la Revista de Occidente, confluyen el espíritu de libertad y auge social anteriores a la guerra civil, la defensa de la República y el exilio americano. En su casa de Madrid, un piso grande y luminoso de la zona antigua, la decoración podría verse como un reflejo de quien vive en ella: sobria, casi minimalista. Sobre la mesa del salón, la revista Time está abierta en la historia de portada. En otra sala, se impone la presencia del ordenador. Ayala, que vivió en Nueva York y a quien le gusta de aquella ciudad la "sensación de inminencia", dice sin ningún dramatismo: "Ya estoy más bien pasando aquí los últimos momentos de mi vida, los años anteriores he estado acá y allá".Ha titulado su libro En qué mundo vivimos (El País / Aguilar) porque encajaba con la variedad del contenido. La literatura, la lengua, la política, el periodismo, el cine o el erotismo son algunos de los asuntos que trata Ayala con una prosa penetrante y desnuda. Autor de novelas sobre los mecanismos de la corrupción humana, es significativa su cita sobre la ocurrencia genial del "primitivo economista": la esclavitud. "De entonces acá la organización racional del poder ejercido por el hombre sobre la naturaleza inanimada y animada, incluso el poder del hombre sobre su pobre naturaleza, ha seguido creciendo mediante el invento y aplicación de técnicas diversas, que van desde el zurriagazo hasta la inseminación artificial".

En La costilla de Eva y A moro muerto, además de otros artículos, trata Ayala del tema de la liberación femenina. "Hace dos días de todo esto", dice refiriéndose a La Zapatera. "Yo, que tengo tantísimos años, lo he visto, lo he vivido. Normalmente, una muchacha que daba un mal paso era expulsada de la casa y lanzada a la prostitución. Ésa era la pauta, imagínese qué diferencia, y eso ocurría hace medio siglo".

Fenómenos cruciales

Junto a la revolución tecnológica, el fin del machismo militante y de la discriminación de la mujer es uno de los fenómenos cruciales de la época, positivo y además inevitable. "Yo creo que los esfuerzos del feminismo y sus campanas", añade el escritor, "no han promovido el cambio, sino que lo expresan, son una consecuencia de él, que viene de la transformación económica y del hecho de que la mujer entra en la competencia del trabajo".A los 90 años, Francisco Ayala mantiene una dinámica inteligencia creadora, llena de escepticismo y sentido crítico. Autor de novelas como Muertes de perro y El fondo del vaso, la guerra civil es un elemento importante en títulos como Los usurpadores y La cabeza del cordero. "La experiencia de los que hemos vivido la guerra es diferente para cada cual, y yo en este sentido tuve la fortuna de pasar de la guerra misma a una sociedad como era la argentina, a la que fui, bastante semejante a la sociedad española anterior a la guerra. De modo que me encontré con un ambiente acogedor desde el punto de vista cultural y literario. Tuve esa fortuna, pero desde luego el hundimiento fue para España, y aun los escritores que simpatizaban con el nuevo regimen, que había alguno, fueron exiliados en el exilio interior. Aunque les pareciera muy bien lo que pasaba políticamente, no podían expresarse con libertad; el ambiente era opresivo".

Campo de pruebas

Ayala suscribe la idea de que en la guerra civil "lo ensayaron todo, las armas, las estrategias, todo". Piensa que la República fue liquidada desde fuera. "A pesar de que estuve totalmente del lado de la República, incluso vine de América para incorporarme, nunca creí que pudiese ganar", declara. "Porque fuera nadie quería que venciese, unos por unos motivos, otros por otros. La República hubiera podido y debido ganar la guerra si no hubiera sido aplastada desde fuera. Yo eso lo sabía, asistí en Alemania al nacimiento del nazismo y conocía lo que pasaba en Europa. ¿Cómo iba a imaginar que iban a dejar que la República ganase, si aplastaron a Checoslovaquia?"Ayala permaneció en Argentina hasta que llegó el peronismo, "que estableció una atmósfera tremendamente zafia, ésa fue la nota de aquel totalitarismo". Se fue a enseñar a Puerto Rico y de ahí a las universidades de Estados Unidos, con base en Nueva York salvo una temporada en Chicago.

Hace ya años que recaló en Madrid. Ahora, en el Madrid de Aznar. "Yo no voy a opinar del Gobierno, opino lo que todo el mundo". Ayala se ríe y añade: "Hubiera sido desastroso que no ganase la derecha porque, al ganar sin conseguir la mayoría que pensaban, han tenido que colocarse en una opción de centro, en lugar de entrar a saco, que era lo que se prometían muy felices".

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