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Mejores técnicas de congelación aliviarán la escasez de órganos para trasplantes

La criopreservación permite conservar ya gran variedad de tejidos humanos

Ocurre todos los días: un donante de órganos fallece y su corazón queda disponible para un trasplante, y a cientos de kilómetros de distancia, un enfermo necesitado del órgano se muere, porque en el tiempo consumido por el traslado del corazón éste se deteriora de modo irreparable antes de llegar al quirófano. He aquí una de las razones de la acuciante escasez de órganos para trasplante: no hay manera de conservarlos viables más allá de unas pocas horas. Por ello, apremia encontrar técnicas de preservación duraderas si se quieren aprovechar al máximo las donaciones y acortar las listas de espera.La buena noticia es que esa meta ya no parece tan remota. Un mejor conocimiento del frío y de su impacto en los tejidos humanos ha venido a aclarar el porqué de los fallos de los intentos de conservación anteriores y, a la vez, a situar en el horizonte nuevos métodos de congelación que hagan realidad un sueño largamente acariciado: el de los bancos de órganos, donde se conserven a largo plazo corazones, pulmones, hígados, riñones, etcétera, a disposición de las demandas de trasplantes.

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Donación total

En efecto, los avances en la conservación por el frío o criopreservación han sido tan notables en los últimos años que una amplia variedad de tejidos humanos -desde uretras hasta tráqueas, pasando por válvulas cardiacas- son congelados, descongelados e injertados exitosamente, según se comunicó en las VII Jornadas de Criopreservación de Tejidos organizadas recientemente en Oviedo por el Centro de Transfusión de Asturias.

Como explicaron los participantes, la congelación de tejidos se ha tomado en el banco de pruebas de técnicas con miras a un objetivo más ambicioso: la criopreservación de órganos.

Sangre fría

A los tejidos los forman conjuntos celulares de mayor simplicidad que los órganos y, por tanto, más fáciles de congelar. Un ejemplo lo da el semen: por la sencillez de su constitución, los espermatozoides fueron el primer_ tejido humano en soportar airosamente la congelación.El otro caso lo representó la sangre: "La necesidad de preservar indefinidamente bolsas de sangre nos obligó a aprender métodos de criopreservación que posteriormente aplicamos a huesos, tendones y arterias", recuerda Francisco Menéndez-Tévar, director técnico del centro de transfusiones asturiano, el cual, gracias a estos antecedentes, dispone de un banco de tejidos puntero en España.

Evidentemente, de una arteria a un hígado media un abismo en términos de complejidad estructural: un órgano se compone de tejidos diferenciados, cada uno integrado por grupos celulares con un tipo de reacción al frío específica. En cualquiera de los dos casos, la criopreservación persigue un idéntico doble fin: dominar el proceso de congelación atendiendo a tales particularidades y, al tiempo, diseñar agentes protectores contra el daño provocado por las bajas temperaturas.

Concretamente, el principal obstáculo a salvar lo interponen los cristales de hielo, formados con el agua presente en los intersticios tisulares y que, como agujas punzantes, destruyen la membrana celular al expandirse en el curso de la congelación.

Contra ese fenómeno los expertos han diseñado diversas sustancias crioprotectoras, agentes químicos aplicables por inmersión del tejido en ellos o mediante infiltración, tras haberles extraído parte de su humedad. Con ello se logra sustituir un porcentaje importante de agua por un líquido no congelable. Mas dichas sustancias presentan el inconveniente de su toxicidad, lo cual obliga a utilizarlas en pequeñas dosis, con la consecuencia inmediata de limitar su efecto protector.

Crioprotectores inocuos

"El desarrollo de crioprotectores inocuos y administrables en grandes dosis parece una de las estrategias más prometedoras", indica Menéndez-Tévar. "En cuanto al manejo del frío, apostamos por obtener una congelación veloz con el propósito de que la gota de agua en los tejidos no se convierta en hielo, sino en algo intermedio, similar al vidrio".Dicha técnica, denominada vitrificación, podría quedar a punto en cinco u ocho años, según estimaciones del especialista asturiano. No es la única baza en juego en este campo: recientemente, médicos sudafricanos del H. F. Verwoerd Hospital de Pretoria anunciaron una fórmula de criopreservante especialmente eficaz en órganos. Pero todavía resulta prematuro gritar eureka, tanto en Oviedo como en Pretoria requieren de un periodo de ensayos y controles más o menos amplios antes de considerar sus innovaciones utilizables en la cirugía de trasplantes.

De demostrar su validez estas líneas de investigación -con viento a favor, eso ocurrirá en algún momento de la próxima década-, quedará inaugurada la Edad de Oro de los trasplantes. Así se pondrá a la orden del día la apertura de bancos fisiológicos, donde se conservarán indefinidamente órganos; y su intercambio internacional, por el cual se compensa el exceso de órganos disponibles en un país con la penuria en otro y viceversa, dejará de constituir una rara excepción, y se volverá rutina para fortuna del siempre creciente contingente de candidatos a trasplante.

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