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Tribuna
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Razones exclusivamente políticas

En rueda de prensa celebrada el pasado martes el ministro de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, tras ofrecer de nuevo a los socialistas un pacto autonómico, afirmó que si los socialistas no aceptaban esta oferta sería por "razones exclusivamente políticas" (EL PAÍS, 15 de enero).Me gustaría saber qué es lo que entiende Rajoy por "razones exclusivamente políticas", porque no sé qué otro tipo de razones puede haber para explicar la aceptación o el rechazo por parte del primer partido de la oposición a una propuesta del Gobierno de la Nación. ¿O es que hay alguna razón que no sea exclusivamente política la que está detrás de la propuesta de pacto autonómico por parte del señor ministro?

A este absurdo, a la perversión del lenguaje y del propio discurso democrático, que no puede ser nada más que un discurso político, es a lo que está conduciendo la forma en que se ha planteado el debate sobre la financiación autonómica. Hacer política, es decir, pretender que el debate sea de carácter general y que, en consecuencia, el debate sobre la estructura del Estado y sobre su financiación se hagan de manera conjunta, no es expresión de una forma de argumentar objetiva y razonable, sino manifestación de motivaciones soterradas y espurias.

Desgraciadamente no es ésta la única manifestación de irracionalidad a la que el debate sobre la financiación autonómica está conduciendo. También en EL PAÍS del miércoles, al informar sobre el debate en Catalunya se decía textualmente lo siguiente: "los nacionalistas insistieron ayer en que los socialistas catalanes deben optar "entre Catalunya y el PSOE". (Suscribo íntegramente el comentario de Arcadi Espada en la contraportada de ayer en relación con este tema).

Desde perspectivas. distintas la posición del Gobierno de la Nación y la del nacionalismo catalán acaban coincidiendo. No hay posibilidad de un discurso político global para la dirección de todo el país. Por razones materiales en un caso. Por razones territoriales en otro. Pero el resultado es el mismo: la negación de una política española en materia de estructura del Estado.

Desde la perspectiva de un partido nacionalista ese discurso tiene una lógica. O se hace política catalana o española. No se pueden hacer ambas simultáneamente. Habrá que pactar con las fuerzas españolas, pero no se puede ha cer desde Catalunya política española.

Lo que no se entiende es que ésa sea la perspectiva de un partido nacional y no nacionalista, como es el PP, y que sea la del Gobierno de la Nación. La desvinculación del debate sobre la estructura del Estado y sobre la financiación autonómica es un disparate. No se puede defender de manera objetiva y razonable que los sujetos del debate en el primer tema sean los partidos nacionales españoles y que los sujetos del debate en el segundo lo sean únicamente un partido nacional español y un partido nacionalista. Esta asimetría no puede conducir a ningún terreno de entendimiento común que esté por encima de toda discusión.

Y así es muy difícil que el Estado pueda funcionar de manera estable. El discurso político no. puede no ser un discurso de carácter general. Su finalidad no puede ser otra que la de la argumentación persuasiva ante la opinión pública de un proyecto de dirección general de la sociedad. Por ser un proyecto de dirección general de la sociedad es por lo que es político. Si carece de esa característica de generalidad deja de serlo. Por eso no se puede descoyuntar artificialmente el discurso político, desvinculando la estructura del Estado de su financiación. Eso únicamente puede conducir a posiciones irracionales, que suelen ser la antesala de callejones sin, salida.

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