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Francisco Casavella publica una novela "sobre todos los niveles del engaño"

El juego es el eje de "Un enano español se suicida en Las Vegas"

Francisco Casavella, lanzado en 1990 con El triunfo, publica ahora una novela electrizante sobre el engaño, con jugadores compulsivos, pistolas y barajas esparcidas por una Barcelona espectral y dos hermanos -un arquitecto y un jugador- que se complementan en medio de una histeria del tiempo y del espacio. Un juego de ficciones y engaños reunido bajo un título sin duda original: Un enano español se suicida en Las Vegas (Anagrama)."Al plantearme la novela me propuse llevar la historia de los dos hermanos a todos los niveles del engaño", comenta Casavella, "de ese engaño venial que necesitamos para sobrevivir". De los dos hermanos de la historia, Casavella se centra en el más joven, un arquitecto de vida ordenada que ve cómo se tambalean sus certezas cuando entra en contacto con la parte canalla que representa el hermano mayor. "Me gusta esa sensación que flota en el libro de que el personaje no sabe muy bien dónde está", afirma, "de que acaba por tocar la irrealidad en medio de una estructura circular. Ambos se van convirtiendo en espectros y la ciudad se transforma en un mundo fantasmal".

Señala Casavella que no ha querido hacer una novela sobre Barcelona ni sobre el alcoholismo, pero sí que ha. pretendido entrar a fondo en el tema del idioma. "El lenguaje es lo que más me preocupa", dice, "elegir bien los adjetivos y sacar los personajes de la habitación sin olvidarme de nada. Que no pase que enciendan tres cigarros y no apaguen ninguno. En fin, esas cosas ...".

El cine

Cuando en 1990 publicó El triunfo, que ahora reedita Anagrama, la crítica saludó el nacimiento de un gran novelista. Vino después una segunda novela, Quédate (Ediciones B, 1993), que pinchó, aunque él afirma: "Es como el hijo tonto y le tengo mucho cariño". Antes de Un enano ..., Casavella fue guionista de Antártida, de Manuel Huerga, y parece que el cine le atrae, ya que prepara un corto como director y el guión de una serie ambientada en el Tánger de los sesenta. "Es como Casablanca, pero al revés", afirma. "Todo pasa en un café, pero el único que quiere largarse es el dueño".

Admite Casavella que la novela tiene ecos de Casa de juegos, de David Mamet, pero se apresura a puntualizar que "va por otro camino". El mundo del juego, en cualquier caso, le fascina, y se nota. "Es un ambiente del que se puede sacar mucho partido", dice, "porque hay azares, engaños, algo sórdido... Los jugadores son como intelectuales, aunque nunca serán famosos. Es como el cerco de Fort Apache, cuando alguien dice: 'Hay muchos apaches' y el otro responde: 'Ya los he visto'. 'Si los ves, es que no son apaches', remata el prirnero".

Declara Casavella que el ritmo frenético que impone en su novela "es algo involuntario". "Aunque supongo que responde a mi carácter". El enano del título es para Casavella "como una escala más en la ficción, la historia inventada de un enano que se suicida tras ganar en el juego". "Me gusta esa escala de ficciones, de engaños".

El carné de identidad de Casavella, por cierto, indica que se llama en realidad Francisco García Hortelano y es curioso comprobar que hay en Un enano... algo que recuerda El gran momento de Mary Tribune, de Juan García Hortelano. "Es cierto", admite, "y también lo es que admiro mucho a García Hortelano, pero ya había un escritor con ese nombre y por eso adopté el seudónimo. Otro autor a quien no paraba de leer mientras escribía Un enano... es Vladímir Nabokov. Es impresionante lo bien que escribía".

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