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González intenta que el presidente serbio acepte la victoria de la oposición

Juan Carlos Sanz

La misión internacional encabezada por Felipe González que intenta desactivar la crisis política en Serbia se despidió ayer de Belgrado con un vago comunicado en el que anunciaba sus conclusiones para antes de que acabe el año. Pero fuentes diplomáticas occidentales han avanzado que González va a comunicar a la OSCE que el reconocimiento de la victoria en los comicios municipales de la coalición Unidos puede ser la única salida al conflicto.

El ex gobernante español tan sólo anticipó anoche que, tras examinar el "problema electoral", se lleva de la capital serbia la impresión de que es necesario hacer "un esfuerzo de democratización". La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) le había encomendado recopilar información sobre el fraude en las urnas denunciado por la oposición a Slobodan Milosevic antes de emitir sus recomendaciones.La tesis de que el presidente serbio terminará por entregar las alcaldías de 15 de las 18 principales ciudades a los líderes de la coalición opositora cobra aún más fuerza tras las declaraciones a Le Figaro del presidente de Montenegro, Momir Bulatovic, que comparte el poder en lo que queda de Yugoslavia. Bulatovic asegura que Milosevic le confesó el pasado 21 de noviembre, cuatro días después de la segunda vuelta de las municipales, que "reconocer la victoria de la oposición", y ceder el control de los ayuntamientos de Be1grado o de Nis (la segunda ciudad de Serbia) "serviría para dar más coraje político al Partido Socialista (ex comunista) ante las próximas legislativas".

La inesperada explicación del presidente montenegrino casa mal con la línea seguida hasta el momento por el régimen de Milosevic. Algunos observadores diplomáticos interpretan ahora que el presidente serbio estaría dispuesto a presentarse ante la comunidad internacional como un gobernante que ha sido engañado por sus subordinados y bendecir la victoride la oposición.

Este parece haber sido uno de los ejes de la reunión que González mantuvo con Milosevic durante dos horas en la noche del sábado. Según precisó ayer, su conversación fue "muy de fondo y sin reparos en hablar de nada", y abordó en especial "la inserción de Yugoslavia en la comunidad internacional". Ambas partes se necesitan, vino a concluir el secretario general del PSOE. Es decir, que a Belrado le urge salir de su aislamiento para frenar su imparable cisis económica y social, y que la comunidad internacional precisa garantizar la continuidad de la paz en los Balcanes. El mensaje cifrado enviado anoche por González a Milosevic es que su país sólo se integrará en el mundo si es "democrático y estable".

Pero González también ha tenido que convencer a los líderes de Unidos, con los que ha mantenido al menos tres entrevistas, de que no es lo mismo denunciar el fraude electoral que intentar derribar al presidente mediante manifestaciones callejeras.Vuk Draskovic, uno de los responsables de la coalición, aseguraba ayer que "los investigadores internacionales se han mostrado sorprendidos ante el contenido de las actas electorales", que, en su opinión, "muestran con claridad que los resultados fueron falsificados". En un tono más moderado de lo habitual en él, Draskovic afirmó: "Las protestas terminarán cuando [Milosevicl nos devuelva nuestra victoria. Sólo entonces nos sentaremos a negociar".

Mientras tanto, decenas de miles de manifestantes volvían a recorrer ayer el centro de Belgrado en medio de una niebla helada. Día tras día, las marchas se asemejan más a un carnaval. Coincidiendo con la visita de la delegación de la OSCE, el régimen de Milosevic ha dado luz verde a sus partidarios para que organicen contramanifestaciones. En Kragujevac, 120 kilómetros al sur de Belgrado, la policía se interpuso entre unos 3.000 seguidores del presidente serbio y 5.000 personas que apoyaban a Unidos, según informó la radio independiente B 92.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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