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José Donoso, enterrado frente al mar

El escritor chileno deja también inéditos sus diarios

Un centenar de personas asistieron ayer al funeral del escritor chileno José Donoso, uno de los iniciadores del boom latinoamericano y el mayor novelista de los nacidos en este país, en el cementerio de Zapallar, un elegante balneario a 140 kilómetros de Santiago. Pepe, como le decían sus amigos, fue sepultado, como él quería, junto a donde yacen sus padres, y su nana, la persona que, solía decir Donoso, le enseñó a comportarse y le contaba los relatos que desplegaron después las alas de su imaginación.

(Chile)Donoso quedó sepultado frente al mar, en una tumba en el suelo, como Neruda, con el ruido cercano de las olas y la fragancia de los pinos inclinados por el viento. Al despedirlo, el ministro de Educación chileno, José Pablo Arellano, dijo que el escritor fue un vigía que describió "la decadencia de la aristocracia, la angustia de las clases medias y la vida contemporánea sin sentido". Una pariente del escritor, en un breve réquiem, pidió silencio .y paz. Donoso falleció el sábado, a los 72 años, víctima de una hepatitis, que contrajo en Estados Unidos al ir a operarse de una úlcera gástrica. El escritor, autor de novelas como El obsceno pájaro de la noche, Casa de campo, Coronación, Historia personal del boom y Donde van a morir los elefantes, dejó inconcluso el guión de una teleserie que hacía para la cadena mexicana Televisa, en la que quería contar una historia del sur chileno, de Chiloé, con toques mitológicos y fábulas. Él quería aportar "refinamiento y sensibilidad" a la televisión. Había terminado poco antes su novela El mocho, que ya tiene su agente literaria Carmen Balcells, en la que aborda la vida de los pescadores de la región minera de Lota, en Chile, y el tema de los desaparecidos en la dictadura de Pinochet. Su último libro aparecido en Chile es Nueve novelas breves, donde reúne algunas piezas dispersas, que presentó en la última feria del libro de Santiago de Chile. Toda la obra de Donoso se publica en España en la editorial Alfaguara, como su reciente libro autobiográfico titulado Conjeturas sobre la memoria de mi tribu.

Conciencia social

Considerado por otro escritor, el chileno Antonio Skármeta, como el narrador "con la conciencia social más alta que ha tenido Chile", Donoso fue un trabajador implacable. Su sobrina, la periodista Claudia Donoso, relató que a pesar de su dolencia hepática, su tío subía gateando hasta el tercer piso de su residencia y allí "se enchufaba a la máquina de escribir". Según Skármeta, Donoso sentía amor por la literatura. "Nunca he escuchado de alguien una frase más grande de amor por la creación literaria, que la, que él dijo en una ocasión: 'yo no sé vivir fuera de la literatura'". Según sus cercanos, el escritor ha dejado inéditos sus diarios, mientras los manuscritos principales de sus novelas los entregó a la universidad Princeton.

En Asunción, Paraguay, desde su residencia, Augusto Roa Bastos afirmó a Efe sentir "gran pena" por su muerte, pues "era uno de los exponentes más destacados de la literatura latinoamericana y un amigo de mucho tiempo". El escritor uruguayo Mario Benedetti expresó también su congoja en similares términos, así como la poetisa boliviana Yolanda Bedregal.

Varios de los talentos emergentes de la nueva narrativa chilena, fueron alumnos del taller literario de Donoso o sus admiradores: Alberto Fuguet, Carlos Cerda, Arturo Fontaine, Gonzalo Contreras, entre otros. A Fuguet en una oportunidad Donoso lo expulsó de su taller porque no había leído a Dostoievski y le pidió no regresar hasta no haberlo hecho.

Como muchos de los que disfrutan de la vida, Donoso temía dejarla. En una oportunidad confesó, mientras veía crecer a- su hija y sus nietas, todas ayer presentes en el cementerio, "me dan ganas de decirles, no se vayan, no me dejen, llévenme con ustedes y déjenme participar".

Opositor moderado del régimen militar de Augusto Pinochet, debió esperar hasta el comienzo de la democracia, en 1990, para obtener el Premio Nacional de Literatura.

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