Entre dos fuegos
La petición de procesamiento de Romano Prodi está llamada a avivar el debate sobre la inaplazable reforma de la justicia en Italia, que ha sido objeto de intensas y avanzadas negociaciones entre Massimo d'Alema y Silvio Berlusconi, Los observadores estiman que el acuerdo entre estos dos líderes para proceder a una reforma global del Estado italiano implicará la sustitución del Gobierno de Prodi por un Gabinete apoyado en parte de los dos bloques que hoy se disputan el poder político.Berlusconi niega representatividad a Prodi porque carece de partido político, y le acusa de estar en manos de los comunistas que se oponen a la reforma del Estado. También D'Alema ha lamentado que Prodi haya dado un espacio desproporcionado al Partido de la Refundación Comunista durante la negociación de los presupuestos generales del Estado.
Refundación Comunista ha logrado que su poder sobre el Gabinete supere con mucho el peso numérico de sus escaños, pocos pero definitivos para la supervivencia del Gobierno. Esa imagen dificulta el proyecto de D'Alema de convertir el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) en una fuerza socialdemócrata que se alterne en el poder con otro gran partido de centro-derecha.
Para D'Alema, la prioridad es la reforma del Estado que permita esa alternancia y reduzca la influencia de los partidos menores. Para Prodi, la prioridad es, en cambio, cumplir sus cuatro años de mandato, lo que implica estabilizar la coalición de cuatro fuerzas en que se apoya el Gabinete. Prodi gobierna, en consecuencia, sin seguir demasiado las indicaciones de D'Alema.
D'Alema acaba de poner a, prueba la coalición, al pedir la legalización de las drogas blandas, un tema inaceptable para los populares del Olivo. El líder del PDS lleva contra las cuerdas la capacidad de Prodi de seguir desarrollando el único arte de gobierno que hasta hoy ha prosperado en Italia: el logro, típicamente democristiano, del compromiso a cualquier precio.
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