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Castro autoriza a 40 religiosos extranjeros a trabajar en Cuba

El presidente cubano, Fidel Castro, no ha tardado en responder con un gesto elocuente de buena voluntad a su histórico encuentro con el Papa. El viernes, sólo tres días después de su entrevista con el Pontífice, Castro autorizó la entrada a la isla de 34 sacerdotes y monjas, aproximadamente la mitad de los religiosos extranjeros que desde hace años están en lista de espera para viajar a Cuba. A este número hay que sumar otros seis religiosos más autorizados con ocasión de la reciente visita a La Habana del ministro de Exteriores del Vaticano, Jean Louis Tauran.

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Peticiones de los obispos

Se trata de la cifra más alta de religiosos autorizados a establecerse en Cuba en un mismo año desde el triunfo de la revolución.Para la Iglesia católica cubana y el Vaticano, la ampliación del cupo de religiosos extranjeros autorizados a trabajar en la isla ha sido históricamente una de las principales peticiones a las autoridades comunistas, por lo que la decisión del Gobierno ha sido muy bien recibida en medios eclesiásticos de La Habana.

Tras la reciente visita a Cuba del secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados -equivalente a ministro de Exteriores-, Jean Louis Tauran, Castro ya permitió la entrada de otros seis sacerdotes y monjas, por lo que, en total, son 40 los religiosos extranjeros autorizados a instalarse en Cuba en menos de un mes.

Fuentes de la Iglesia informaron a este periódico de que la mayoría de los 40 religiosos -15 sacerdotes y 25 monjas- son colombianos, mexicanos y españoles, y que, por primera vez, se permite la entrada de un cura cubano. Se trata de Jesús Garmilla, que salió de Cuba muy joven y se ordenó sacerdote en España, donde trabajaba en la actualidad. Garmilla ha viajado a la isla en varias ocasiones con visado de turista, y desde hace años estaba en la lista de espera de los religiosos que aguardaban el beneplácito del Gobierno para entrar en Cuba.

Según las citadas fuentes, Garmilla se incorporará en Cuba a la diócesis de Santa Clara, en el centro de la isla. Su autorización ha sido calificada en medios eclesiásticos de "muy importante", porque "marcha por la misma senda" que la Iglesia católica trata de allanar desde hace tiempo, la reconciliación de los cubanos.

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En la actualidad, en Cuba trabajan cerca de 250 sacerdotes y 450 monjas, de los cuales más de la mitad son extranjeros. Los obispos cubanos han planteado en numerosas ocasiones que, debido al crecimiento de la Iglesia católica en la isla y la creación de tres nuevas diócesis en los últimos años, les resulta necesario reforzar su infraestructura con más religiosos extranjeros.

Al triunfo de la revolución, en Cuba había cerca de 800 sacerdotes, la mayor parte extranjeros, pero tras el choque frontal entre la Iglesia y el Gobierno en 1963, al descubrirse la vinculación de algunos sacerdotes con la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA), Castro expulsó a 130 sacerdotes, de los cuales 45 eran cubanos. Otros 470 se fueron después al no ser renovados sus permisos de residencia. La cifra de monjas se redujo de 2.500 a 300.

Según fuentes diplomáticas, el "gesto de buena voluntad" del presidente cubano hacia la Iglesia y el Vaticano al autorizar la entrada de religiosos extranjeros es parte de la preparación de un "buen clima" ante la visita que el Papa realizará a Cuba el año próximo.

Las mismas fuentes dijeron que otros gestos que la Santa Sede "apreciaría altamente" antes del viaje de Juan Pablo II serían, por ejemplo, que el Gobierno decretase como festivo el día de Navidad o que se dictase una amnistía para los presos políticos, temas que habrían sido abordados por Castro y el Papa durante la entrevista que sostuvieron la semana pasada.

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