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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La excusa cultural

COMO HICIERAN hace años con el escritor Salman Rushdie, clérigos fundamentalistas de Irán han esgrimido la amenaza de fatwa (condena de muerte) contra los tres miembros de la Fiscalía de Berlín que han acusado al Gobierno de Teherán de ordenar el asesinato en territorio alemán de cuatro opositores kurdos. La independencia del poder judicial, uno de los grandes logros del Estado de derecho, -choca con la cultura del régimen iraní, con el riesgo de provocar una crisis diplomática entre Bonn y Teherán. Irán ha criticado a los alemanes por falta de conocimiento de la cultura y del pueblo iraní". El caso pone en aprietos la continuidad del diálogo crítico de la UE con Irán, del que Alemania era uno de los más firmes impulsores.La acusación de la Fiscalía berlinesa no se limita a los dos presuntos autores materiales del atentado, sino que acusa a las más altas autoridades iraníes de terrorismo de Estado. En la ciudad santa de Qom, clérigos shiíes han proferido gritos a favor de una fatwa (decreto religioso de condena a muerte) contra los fiscales. Tras haber intentado que no se iniciara la causa, son varios los canales oficiales que ha utilizado Irán para avisar de que una condena -que se espera para enero- de los detenidos en Berlín produciría una "profunda crisis" entre Bonn y Teherán, y pedir una rectificación.

La Admistración norteamericana lleva años acusando al régimen iraní de impulsar actos terroristas. Pero ahora se trata de una, acusación formal, ante los tribunales. El asunto es, pues, nuevo, y especialmente delicado. La defensa de la independencia de la justicia frente a amenazas de ese tipo es una cuestión de principios que no admite excepciones. Y el respeto de la independencia judicial es una exigencia básica para el establecimiento de relaciones entre Estados. Si Irán aspira a un reconocimiento internacional, está obligado a demostrar que respeta unas reglas del juego básicas, entre las que figura la renuncia a actividades terroristas. Afirmar que el concepto occidental de terrorismo no coincide con el suyo es una forma de no respetar esas reglas.

Desde luego, la estatura de Irán no sale bien parada en Europa con esta actitud. Europa se esfuerza por desarrollar un diálogo con Teherán que, aunque crítico, resulte constructivo, en contraste con la actitud estadounidense, que lleva su oposición a Irán hasta medidas extraterritoriales contra terceros, como ocurre con la ley D'Amato, contra la que han protestado los europeos. Pero- si el incidente crece y se traduce en una crisis, no le quedará más remedio al resto de los europeos que adoptar una política de solidaridad con Alemania, por otra parte el principal socio comercial de Irán.

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No obstante, es mejor que no se llegue a esto Koffl y el presidente Rafsanyani han intentado ya quitarle hierro al asunto. El canciller ha afirmado en una carta al mandatario iraní que Alemania no tenía intención alguna de ofender los sentimientos religiosos del pueblo iraní ni de sus líderes espirituales, pero también ha defendido la independencia judicial. En una justicia en la que, cabe recordarlo, no existe la pena de muerte. Ni, desde luego, la fatwa.

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