El testigo secreto del 'caso Lasa-Zabala' salió de Guatemala tras ser acusado de extorsión
El testigo secreto 1964 / S del caso Lasa y Zabala, que fue secuestrado, brutalmente apaleado y violado el pasado fin de semana en San Fernando (Cádiz), tuvo que salir precipitadamente de Guatemala el 20 de agosto último, tras la denuncia que presentó el empresario guatemalteco Rafael José Alberto Ramos Alavedra, quien le acusa de extorsionarle con la amenaza de secuestrar a su hija.El caso está en manos de la fiscalía de dicho país centroamericano, en el que consta también al menos otra denuncia contra el mismo ciudadano español por pagar con cheques sin fondos.
"Ese tipo es el mayor estafador que hay en el mundo y a mí me agarró de pichón", ha declarado a EL PAÍS Rafael José Alberto Ramos Alavedra, empresario guatemalteco de 54 años, de padres barceloneses, propietario de la compañía Perfiles Internacionales, dedicada a artículos de ferretería y alfarería.Ramos Alavedra explica que el pasado 9 de agosto le telefoneó a su oficina una persona que se identificó como Santiago y le dijo que debía hablar urgentemente con él porque tenía una información muy importante.
Según la denuncia que presentó el 13 de agosto ante el Departamento de Investigaciones Criminológicas de la Policía Nacional de Guatemala, el empresario se reunió con su comunicante a las 12.30 de ese mismo día en la cafetería del Hotel Camino Real, de la capital guatemalteca.
"Me entregó un legajo de hojas, aparentemente un currículum, en el que expone que tiene amplios conocimientos sobre terrorismo, secuestro y un sinfin de cuestiones. Esta persona me dijo que no se llamaba Santiago, sino que su nombre real era otro". En la denuncia consta la identidad del testigo 1964 /S, cuyo primer apellido empieza por C.
"Me dijo que su próximo objetivo era secuestrar a mi hija Beatriz", prosigue su relato Ramos Alavedra, "y me dio muchos detalles y pormenores de la rutina diaria de mi hija, dando la apariencia de que la han seguido en repetidas ocasiones. Dijo que él tenía dos hijas y que le daría lástima que las secuestraran, por lo que me ofrecía protección especializada, que él "sino me podría prestar".
Un millón de dólares
"Ya me indicó", agrega la denuncia, "que si secuestraban a mi hija me pedirían la cantidad de un millón de dólares [125 millones de pesetas] como rescate y que, además, la matarían poniéndole una inyección letal y me la entregarían muerta".Según el empresario, C. le llamó ocho o nueve veces a su oficina el lunes 12 de agosto, sin encontrarle. "A eso de las 21.50, yo me comuniqué con él y hablamos", agrega la denuncia. "En esta ocasión, yo le dí a entender que me encontraba fuera del país y en esa comunicación el monto, del posible rescate que me solicitarían ya bajó de un millón de dólares americanos a la suma de tres millones de quetzales, la moneda guatemalteca [64 millones de pesetas]".
"Me dijo que él necesitaba dinero para saldar unas cuentas pendientes, así como regresar a España", continúa el empresario, "y me pidió en calidad de préstamo, 20.000 dólares [2,5 millones de pesetas], pero nuevamente me insistió en que me fuera del país, y que la única forma de arreglar el problema del secuestro de que sería objeto un miembro de mi familia era dar los tres millones de quetzales para que los miembros de la banda buscaran otro objetivo".
Según consta en la denuncia, la conversación está grabada en una cinta, a disposición de la fiscalía guatemalteca. El empresario puso el caso en manos de la policía y de investigadores privados. "Era como una novela de Agatha Christie. Nada coincidía con lo que él me había contado. Todo era una maraña de mentiras".
Acudió también a la Embajada española, donde conocían de sobra a su presunto extorsionador: "Se llevaron las manos a la cabeza, porque sabían que había fregado a media Guatemala, incluido personal de la embajada".
El miedo del empresario fue tal que decidió trasladarse a Miami (Estados Unidos) con su esposa, sus dos hijos y sus respectivas familias, incluyendo su nieto de dos meses. Allí permanecieron 30 días.
Un día antes de partir a Estados Unidos, el 13 de agosto, presentó la denuncia a la policía. El caso, sin embargo, se agilizó de otra manera: "Mi hermano me llamó a Miami y me dijo que habían llegado a un acuerdo con la Embajada. Por conveniencia de todos, íbamos a mandarlo [al ahora testigo protegido] a España. A mí me pareció lógico. Usted ya sabe cómo funciona aquí la Justicia. Hay miles de denuncias en trámite y las órdenes de detención pueden eternizarse", argumenta el empresario.
Le explicaron que C. tenía cuentas pendientes en España" y le garantizaron que iría a la cárcel. "Me pareció sabroso no tenerlo aquí", se excusa. "Prepararon una trampa, con ayuda del teniente Lorenzo Bárez, jefe de seguridad de la Embajada. La familia del empresario le dijo a C. que el cheque de 20.000 dólares estaba en la sede diplomática.
"Con todo su cinismo, acudió a por él, y ahí lo agarraron", explica el empresario. "Yo le dije que me había arruinado la vida. Y él aún me decía: 'Pero cómo, don Rafael, yo se la salvé"'. El empresario pagó los 5.000 quetzales (107.000 pesetas) del billete de avión que trasladó a C. desde Guatemala a Madrid el pasado 20 de agosto.
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