"El conservadurismo estético es la muerte de un director", afirma Ricardo Chailly

Cuando escucha el planteamiento de muchos aficionados de que Claudio Abbado y él son algo así como la izquierda, mientras Riccardo Muti y Sinopoli representan la derecha de los directores de orquesta italianos, Riccardo Chailly se ríe: "No me desagrada la asociación con Abbado, pero la música es independiente de la política. Lo que sí tenemos que procurar es enfocarla de una forma progresista". Milanés de 43 años, desde 1988 Riccardo Chailly es director musical de una de las mejores orquestas de Europa, la del Concertgebouw de Amsterdam. El director inicia el próximo viernes una gira por España con la Sinfónica de Londres en la que visitará Madrid (25 y 26 de octubre), Valencia (27) y Barcelona (28).

Chailly actuó por primera vez con la Concertgebouw en Amsterdam "el 5 de enero de l985". "Imagínese qué osadía", recuerda. "Traje un programa de Berío, Bussotti, Petrassi, y claro, vinieron solamente 250 personas. Esto ya. no ocurre. Hemos hecho un trabajo serio y continuado de divulgación de la música con temporánea, y ahora los conciertos están llenos". Chailly trata de combinar el repertorio del siglo XX con los grandes sinfonistas que han configurado los sonidos de leyenda del Concertgebouw: Mahler, Bruckner, Strauss. "El 31 de diciembre de 1999 vamos a tocar en Amsterdam la Octava de Maliler como última mirada a un siglo que se va, pero en el año 2000 vamos a tener una parte importante de la programación al rededor de Boulez. Es un acto simbólico que recoge- por una parte la memoria y por otra mira hacia delante sin miedo". "Un director de orquesta de nuestro tiempo debe respetar la tradición, pero tendiendo siempre una mirada al futuro", afirma el, músico, hijo del compositor Luciano Chailly. "Para un director de orquesta es primordial la búsqueda de cómo conseguir mejorar la transmisión de emociones", añade Chailly con empuje, "pero no debe dejar a un lado entre sus preferencias el descubrimiento de mundos sonoros diferentes. Esto tiene que hacerlo en complicidad con el público que asiste a los conciertos, animándole a romper las barreras culturales de lo que ya conoce. Una actividad que se limita a la repetición, a la autoglorificación y al conservadurismo estético conduce a la muerte ética del director de orquesta". "Nuestra época necesita una permanente apertura mental, una ampliación de horizontes. La convivencia entre diferentes estilos es fundamental", continua. "Todavía hoy hay resisten cia en muchos lugares a escuchar la música de Wagner. Existen aún residuos no borrados de la guerra mundial".Extremos en Bruckner Él día en que tuvo lugar la entrevista (8 de octubre), se cumplía el centenario de la muerte de Bruckner. Desde Amsterdam, Chailly recordaba la Quinta que hizo en Madrid en 1991. "Se habla de Bruckner como un compositor conserva dor y eso no siempre es cierto. Es conservador de la forma, desde luego, pero no del contenido musical. Yo creo que Bruckner se movía entre dos ex tremos, uno casi sacerdotal y otro en que predominaba la atracción diabólica del mal. Cuando el diablo coge la pluma y vence al sacerdote tenemos sus momentos más geniales, por ejemplo el adagio de la No vena o el Dona nobis pacem de la Misa en fa menor. Eso es más la imagen del infierno que la de la paz. Algo parecido le ocurría a Falla. Recuerde su Noche en los jardines de España o su Atlántida. Al final vence el espíritu religioso, pero el diablo ha dejado su aportación siniestra, provocadora y muy atractiva musicalmente".Riccardo Chailly es un director muy prolífico en sus grabaciones discográficas. Rossini, Shostakóvich, Stravinski o Maliler son algunos de sus timbres de gloria. "Yo pienso que tener los oídos abiertos a músicas opuestas es muy positivo. Luego te identificas más con unos autores u otros, pero lo fundamental es tener un conocimiento lo más amplio posible. En el caso de Mahler, para mí ha sido muy útil estudiar las anotaciones en alemán que tenía Mengelberg en las partituras. Es la recuperación de una componente histórica que enlaza con la tradición de lo que el propio Maliler ha dicho en los ensayos a las orquestas. Igual es algo atrevido, pero pienso que Maliler ha provocado toda la Segunda Escuela de Viena. Es imposible pensar en Schönberg sin referirnos a obras como la Novena, la Décima o La canción de la tierra de Mahler".

La dedicación sinfónica no le deja mucho tiempo libre para la ópera a Riceardo Chailly, género al que en la actualidad limita sus intervenciones a un máximo de dos títulos por ano. "La ópera es muy complicada.Hay que acercarse a ella con mucha cautela. No obstante, en noviembre voy a dirigir un Trovatore de Verdi en Zúrich y en marzo tengo Rossini en La Scala d e Milán. Por cierto, la protagonista de la ópera de Verdi es una española con un timbre que a veces me recuerda a la Tebaldi: Ana María Sánchez".

Admirador de Klemperer "especialmente en Beethoven, Brahmis y Bruckner", y de Toscanini "sobre todo en la música francesa o en obrascomo el Réquiem de Verdi", Chailly manifiesta que de los directores de orquesta vivos el que más le apasiona es Carlos Kleiber. "Tiene grandeza. Ensaya tanto que cada uno de sus conciertos es un acontecimiento".