_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Le mato un toro en Madrid

El autor de la Tauromaquia murió en Madrid víctima de una cornada. Parece un sarcasmo. Las normas que establecía Pepe-Hillo para dominar las reses bravas, cabría deducir, no sirven para nada: puestas en práctica, vence el toro.Nunca dijo Hillo, sin embargo, que esas normas constituían un seguro de vida. Sentaba las reglas del arte para dominar los toros de diversa condición, pero concediéndoles las ventajas que exige el orden de la lidia.

Entiéndase: la concepción del toreo, desde sus orígenes hasta que lo desvirtuaron los modernos taurinos, consistía en que el toro debía desarrollar su poder y su bravura, y el diestro le daría, con valor y riesgo, la lidia que conviniera en cada caso.

Más información
Dos siglos de la 'Tauromaquia'

La torería ha venido cumpliendo fielmente las reglas de la Tauromaquia, no porque tuvieran carácter de dogma sino porque en 200 años no han aparecido otras mejores que sirvieran para lidiar correctamente los toros. No obstante, desde unos años acá han caído en el olvido. La ciencia taurómaca ha quedado reducida a esos "¡Tócale!" y "¡Piérdele pasos!" que les gritan a los diestros desde los callejones, cuya intención es justamente la contraria a lo que propugnaba Pepe-Hillo. "Tócale": inclinar el engaño al pitón contrario para alejar la embestida; "Piérdele pasos": en vez de ganar terreno al toro, cedérselo.

Si hace 200 años el toreo hubiese sido como hoy se practica y los toros esa ruina, no habría escrito Pepe-Hillo tauromaquia alguna: los toros inválidos no necesitan tauromaquias sino manuales de supervivencia. Posiblemente, ni la fiesta existiría. Y si subsiste es por la fuerza de su historia; de las proezas de los grandes maestros; de la lidia emocionante a los toros íntegros; del mérito de quienes arrostraron con gallardía su peligro. Como Pepe-Hillo, corneado hasta morir por el toro Barbudo, el 1 de mayo de 1801 en Madrid.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_