Lébed se estrella contra el Kremlin
Yeltsin destituye al jefe del Consejo de Seguridad por "errores imperdonables" y exceso de ambición
El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, con aspecto de irritación y fatiga, firmó ayer ante las cámaras de televisión el decreto mediante el cual destituyó al general Alexandr Lébed como su ayudante y como secretario del Consejo de Seguridad, puestos que desempeñaba desde el 18 de junio pasado. El cese, cuyo detonante han sido las acusaciones del ministro del Interior, Anatolí Kulikov, propició inmediatamente un clima de inseguridad sobre el futuro de la paz en Chechenia, en la que Lébed ha jugado un papel fundamental. El jefe del Gobierno, Víktor Chernomirdin, que trataba de calmar los ánimos dijo anoche que el proceso pacificador continuaría, minimizó la contribución de Lébed en él y apoyó la decisión del presidente de destituir al general.
"Las elecciones no se celebrarán hasta el año 2000 y hoy ya tenemos una situación en la que cada uno parece querer participar en una elección. Este estado de cosas no puede tolerarse más", manifestó Yeltsin en una corta pero enérgica alocución. El jefe del Estado, que se encuentra recluido en el sanatorio de Barvija en espera de una operación cardiaca y es difícilmente accesible, acusó a Lébed de ser incapaz de trabajar en equipo, de haber cometido errores "inaceptables para Rusia", que no detalló, y de actuar sin consultarle.A juzgar por el tono, Yeltsin parecía especialmente dolido por la circunstancia de que la campaña electoral por el puesto que ocupa ha comenzado mientras él está aún vivo. También parecía molesto por el acercamiento entre Lébed y el antiguo jefe de su servicio de Seguridad, el general Alexandr Korzhakov. "A Korzhakov le han echado y él [Lébed] se lo lleva a Tula para presentarlo como si fuera su sucesor. Podría haberse buscado otro mejor. Son tal para cual", exclamó Yeltsin, adoptando un tono coloquial de desprecio en la voz. Lébed y Korzhakov sellaron su alianza el pasado domingo en la ciudad de Tula.
La firma del decreto de cese ante las cámaras, emitida por primera vez en la televisión en el informativo de las seis de la tarde de Moscú (dos horas menos en Madrid) y repetida después en numerosas ocasiones, no fue un acto. gratuito. En el clima de rumores sobre la dependencia de Yeltsin de su entorno y el control que sus allegados ejercen sobre él, el jefe del Estado demostraba a toda Rusia, incluido el estamento militar, que asumía la responsabilidad por la destitución de su secretario de Seguridad, y que no cabía duda de ello.
En sus primeras reacciones, Lébed dijo a la emisora El Eco de Moscú que no tenía intención de cuestionar la decisión del presidente y que piensa dedicarse plenamente a la política. Cuando regrese de las vacaciones que va a tomarse, según dijo, se dedicará a formar estructuras políticas y a trabajar para que el proceso de paz en Chechenia continúe y la relación entre Rusia y la OTAN sea civilizada.
Lébed pronosticó inicialmente un desarrollo negativo de los acontecimientos en Chechenia que "afectará a las madres rusas", pero después, en una conferencia de prensa en la agencia Interfax, destacó que el decreto no menciona su cese como representante en aquella república. Por encargo de Lébed, el vicesecretario del Consejo de Seguridad, Serguéi Jarlámov, había acompañado a Chechenia a la delegación rusa que se reunía ayer con los representantes separatistas en la primera sesión de la comisión conjunta checheno-rusa.
Si las acciones militares se renuevan, la responsabilidad recaerá sobre Yeltsin, Chernomirdin y Chubáis, señaló Lébed. Chubáis actúa como un regente en relación a Yeltsin y está recogiendo dinero para su propia campaña presidencial, según informó el general. Éste explicó que no pensaba criticar al presidente "anciano y enfermo" ni "golpear al que yace" y puso en duda que Yeltsin hubiera recibido. sus informes sobre el papel negativo desempeñado en agosto por el ministro del Interior, Anatoli Kulikov, durante el asalto y defensa de Grozni y sobre el viaje que recientemente realizó a la sede de la OTAN en Bélgica.
El general pronosticó también un "otoño caliente" y dijo que éste comenzará el próximo domingo. Como indicio de la época que se avecina, Lébed se refirió a una carta abierta dirigida al ministro de Defensa y firmada por un grupo de oficiales del Estado Mayor que fue publicada ayer en el periódico Nezavisimaia Gazeta. En la carta se da de plazo hasta el próximo día 25 para que sean abonados los salarios pendientes en el Ejército y se amenaza con acciones violentas en caso de que esto no ocurra.
Lébed señaló que la reacción del Ejército a su destitución será "negativa". Sin embargo el general ha exhortado a la calma a sus partidarios. El Ministerio de Defensa hizo pública la decisión fulminante de relevar al vicejefe de las tropas de paracaidistas, el general VIadímir Kazantsev, que recientemente participó en una reunión a la que asistió también Lébed y en la que se criticaron los planes de la dirección militar para reducir radicalmente estas tropas. El miércoles, Kazantsev intervino en una rueda de prensa en la que expresó su desacuerdo por los métodos para reformar cuerpo de paracaidistas. El cese del oficial fue corroborado por un decreto del presidente Yeltsin.
En lo que se refiere a su relación con Korzhakov, Lébed afirmó que él elegía a sus amigos. Kulikov lo trató de "tonto y delincuente" y refiriéndose a Chubáis volvió a emplear el adjetivo "pelirrojo", que solía utilizar en el pasado cuando era candidato al puesto de diputado y criticaba toda la política gubernamental.
Jornada accidentada
La jornada política de ayer fue muy accidentada y comenzó por la mañana con una reunión entre Chernomirdin y Lébed, que seguida por otra con los responsables de los ministerios de Fuerza, a la que Lébed asistió aunque no había sido invitado. Después al iniciar la sesión del Gabinete Chemomirdin apoyó parte de las acusaciones que Kulikov había hecho el día anterior contra Lébed, y aunque se abstuvo de considerarle como un golpista o amotinado, le tildó de bonapartista. La tensión que se registraba ayer alcanzó a numerosos estamentos.En el centro de Moscú, la escolta de Lébed arrestó y desarmó a cuatro funcionarios del Ministerio del Interior que les seguían. Una vez desarmados y desprovistos de las cámaras de vídeo que llevaban fueron sometidos a un interrogatorio y aleccionados con unas "palabras educativas" por el mismo Lébed. Kulikov reaccionó acusando al general haber interferido en una operación antiterrorista.
Del clima de agitación no libró ni el secretario de Defensa norteamericano, William Perrot, que tras convencerse, gracias a los desplantes y ataques de los diputados de la Duma Estatal de que el Parlamento ruso difícilmente va a ratificar el tratado Start-II, anuló a tiempo su cita con Lébed prevista para ayer por la tarde.
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