El líder palestino triunfa sin pedir la luna
Del Yasir Arafat pletórico del pasado enero, cuando las elecciones palestinas, al triste y mesurado de anteanoche en Luxemburgo mediaban algunas decenas de muertos, la evaporación del proceso de paz, su esfuerzo.
Pero trocado en funámbulo caminando sobre el vacío, el histórico líder palestino sacaba fuerza lírica de flaqueza: "No pido la luna, sino que Israel cumpla sus compromisos", clamaba. "Espero que Washington no sea sólo una fotografía, porque ya nos la hemos hecho", ironizaba.
Y, artista grave de la imagen, elegía el momento preciso para mostrar a las cámaras uno de los proyectiles -casi un palmo-disparado por los helicópteros israelíes en la última batalla.
Cuando de madrugada acabó su comparecencia pública con la troika comunitaria dando reiteradas veces gracias a Europa, había ganado su corazón por goleada: mandato para un acuerdo euromediterráneo, 3.200 millones de pesetas en ayuda de urgencia.
Casi derrotado en su proceso de paz, que le costó el puesto a Simón Peres y la vida a Isaac Rabin, el máximo dirigente palestino se llevó en la maleta a Washington algo más importante que todo eso, una unánime crítica a Tel Aviv, la evidencia diplomática de no estar solo. ¿Es poco?. Quizás, pero con esos pocos se hacen a veces milagros.
