80 muertos y más de mil heridos, en la guerra abierta entre palestínos e israelíes
Una ráfaga de arma automática me recibe al entrar en Gaza. Echo cuerpo a tierra, casi por instinto. Un soldado israelí se ríe: "Demasiado tarde. Estás muerto". Son las 10.50 de la mañana. El puesto fronterizo de Erez, convertido en un símbolo del proceso de paz gracias a las numerosas entrevistas allí celebradas entre los líderes palestinos e israelíes, es ahora el corazón de una batalla. Una de las tantas que ayer estallaron en Cisjordania y Gaza, en un clima de auténtica guerra, y que se saldaron con al menos 80 muertos, 11 de ellos soldados israelíes, según fuentes palestinas. El día anterior hubo ya otros cinco muertos, todos ellos palestinos. Se trata de los choques más graves desde la llamada Guerra de los Seis Días, de junio de 1967.
En esta ocasión, las tropas israelíes no tienen enfrente, como en la Intifada, a jovenzuelos que lanzan piedras, sino a policías palestinos armados con fusiles de asalto. Durante todo el día (le ayer, los intercambios de disparos se sucedieron en Gaza, Nablus, Ramala, Jenín y otras ciudades palestinas. Hubo más de mil heridos en los dos días de combates, 14 de ellos periodistas.El incidente más espectacular se produjo en Nablus, donde más de 40 soldados israelíes se atrincheraron en la tumba de José, lugar de oración judío. Policías palestinos abrieron fuego y "estalló una verdadera batalla", según el general israelí Uzi Dayán. Murieron al menos cuatro soldados. No hay datos de las bajas palestinas.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, regresó precipitadamente a su país desde Alemania y pidió una reunión urgente con el líder palestino, Yasir Arafat. La cumbre se iba a celebrar hoy en El Cairo, con Hosni Mubarak de anfitrión, pero ha sido retrasada hasta la semana próxima. Se suceden los llamamientos internacionales a la calma y las peticiones a Israel de que cierre el acceso al túnel de la Ciudad Vieja de Jerusalén, cuya apertura fue el detonante de la crisis.
El túnel de Netanyahu rompe la paz en Palestina
Mi intención era cubrir informativamente en Gaza las manifestaciones palestinas que estallaron tras la decisión del Gobierno de Benjamín Netanyahu de abrir un nuevo acceso a un túnel que comienza en el Muro de las Lamentaciones y se extiende a lo largo de toda la pared occidental de la llamada Explanada de las Mezquitas -sobre la que se levantan las de Al Aqsa y Omar-, que los judíos llaman el Monte del Templo.
Eramos tres periodistas en ruta hacia la franja autónoma en la que tiene su sede la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que dirige Yasir Arafat. Peto el Ejército israelí impedía tajantemente el acceso a los civiles. Uno de mis colegas protesta: "¿Es que vamos a tener que volver con las manos vacías?".
En ese momento, las balas comienzan a silbar alrededor. Levanto prudentemente la cabeza y veo a soldados israelíes que disparan ráfagas con sus fusiles ametralladores a lo largo de la tierra de nadie de unos cuantos centenares de metros que separa la ciudad de Gaza de Erez. Les contestan a tiros desde el lado palestino.
En dos días ha habido ya al menos 80 muertos, 11 de ellos israelíes, y más de mil heridos. Las cifras pueden ser mayores pues muchos de los heridos son de gravedad. Nadie habla ya de Intifada, aunque miles de botellas y piedras sigan lanzándose contra los soldados y los vehículos israelíes. Ésta es una guerra en toda regla cuya amplitud se refuerza de hora en hora.A mediodía de ayer, el alto mando del Tsalial (Ejécito israelí) envió carros de combate y helicópteros artillados a Ramala y Nablus, en Cisjordania, porque en ambas ciudades los combates eran extremadamente fuertes. Anoche, los carros de combate, según aseguró un portavoz militar, no habían aún disparado y eran utilizados sobre todo con fines disuasorios.
Tras la dura jornada, la caída de la noche trajo un descenso de los enfrentamientos, tanto en Gaza como en CisJordania. Casi parecía que los combatientes se habían cansado. Pero todo el mundo permanecía al acecho.Puede pasar de todo. Israel espera que hoy rebroten las manifestaciones, a la salida de las Mezquitas, después de la plegaria semanal de los viernes a mediodía. Además, se celebrarán los funerales por muchas de las víctimas palestinas.
El ministro de Defensa israelí, Isaac Mordejai, declaró el estado de emergencia en Cisjordania y Gaza y fueron desplazados 3.000 Policías suplementarios a Jerusalén para asegurar el orden y la calma, durante y después de la plegaria en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén Este, sobre el túnel de la discordia.
Guerrilleros urbanos con fusiles de asalto, ametralladoras escupiendo fuego desde los helicópteros sobre las fuerzas palestinas, carros de combate desplegados en el corazón de Cisjordanía... Las imágenes de ayer se parecían más a la de la guerra de 1967 que a las de la Intifada, a pesar de que en la llamada revuelta de las piedras murieron casi 1.300 palestinos, pero fue a lo largo de seis años.
"Ha sido una auténtica matanza del pueblo palestino", declaró Arafat, durante la visita que realizó al hospital de Shifa, en Gaza, donde son atendidos centenares de heridos. Los médicos de ese centro repitieron a lo largo del día los llamamientos por radio a la población para que donase sangre. La mayoría de los ingresados son heridos de bala y precisan gran cantidad de sangre y suero.
La gravedad de los enfrentamientos llevó a Arafat a ordenar a sus fuerzas de seguridad que no disparasen más que en defensa propia. El líder palestino tuvo que dar marcha atrás en su petición del miércoles a la población de que no permitiera la "judaización de Jerusalén Este". La cólera palestina fue mucho más lejos de lo que podía prever su máximo representante. A la rabia por la apertura del antiguo pasadizo de los asmoneos, cuya parte central tiene más de 2.000 años de antigüedad, se unió el dolor de los cinco primeros palestinos caídos el miércoles para hacer estallar casi una guerra.
La organizaciones extremistas islámicas Hamás y Yihad Islámica, ambas opuestas a los acuerdos de Oslo que dieron luz verde a la autonomía palestina, pidieron la "venganza de los mártires" y la "lucha armada de los muyahidin contra el enemigo sionista".
El ministro de Defensa israelí envió al general Amnón Shajak a Gaza a visitar los asentamientos judíos para evaluar la situación en la reunión entre las cúpulas castrense y civil.
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